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En cristiano

Los olvidos sociales del cristianismo. Un libro. (III)

7/ ¿Católicos de presencia o de mediación?

 

Pues creo que los dos caminos son posibles cuando se confrontan con dos exigencias; una es el Evangelio, vivido y pensado con muchos otros, buscando hacerlo en comunión, desde la experiencia del Amor de Dios y el Amor por los últimos, sin ignorar las causas sociales. La otra exigencia es el respeto de la mayoría de edad de la sociedad democrática, en el pueblo de los iguales en derechos y deberes. Si no sabemos ser bien “laicos”, no podemos bien ser cristianos; y si no sabemos ser bien cristianos, seremos testigos en la laicidad de experiencias cristianas pobres. Parece sencillo, pero comprendo que no lo es. Hoy, los movimientos más reconocidos en la Iglesia, no saben ser bien laicos, y según creo, seleccionan demasiado en el cristianismo, pareciéndome una espiritualidad neoplatónica y un seguimiento de Jesucristo tan emotivo como alicorto; se puede mejorar mucho; reciben tantos reconocimientos que van a morir ensimismados y su politización de fondo es tan neoconservadora que no es de recibo. A su vez, lejos de ellos, los movimientos más alternativos en la Iglesia, y los particulares, tienen que depurar su concepto de laicidad, para no entregarse (entregarnos) anónima o acríticamente al mundo moderno, y tienen (tenemos) que afinar en el reconocimiento más íntegro del Evangelio para depurar que la pobreza de espíritu no es una pobreza más, sino la meta que hace plenamente evangélicas a todas ellas, y, según creo, para participar en los cauces eclesiales comunes, con todo el sentido crítico que ser requiera.   

8/ ¿La jerarquía española está demasiado politizada y ‘derechizada’?

 

Sí, los que entienden de esto, así lo dicen. No me hago el loco. Yo entiendo menos. Yo sí que veo que el Episcopado español en los últimos veinte años, en aquellos que conozco, se nutre de sacerdotes muy conservadores moral y políticamente; lo veo claro; el tratamiento religioso, moral y social de los “temas” es entre idealista y  neoconservador; las cosas, comos son; si no te mueves, alguna vez darás bien la hora, pero… Es verdad que la palabra de caridad social y la denuncia no faltan en su boca, ocasionalmente; no me atrevo a decir que no sean personas solidarias; pero su palabra suena muy frágil; denuncian, y barren para casa, porque la culpa de todos los males es el vacío religioso y moral; presentan por delante la acción de cáritas pero nunca se sabe qué piensan del modelo social capitalista; dan por buena la lectura posibilista de la salida de la crisis y se toman para hablar más cautelas que el gobernante de turno. Han extendido la idea de que estar contra el aborto y el divorcio es ser contracultural como Jesucristo, el no va más del testimonio martirial cristiano, pero nunca arriesgan una posición firme y pública, como Jesucristo, contra las injusticias sociales más graves y ante los grupos sociales más responsables; el cuidado de los propio es consustancial a su prudencia política. Sí, hay un conservadurismo galopante en la Iglesia, y el que se mueve, no sale enla foto. Y no es cuestión de ideas, sólo, sino de lectura integral del Evangelio y acogida del Jesús de Dios. No sólo de Jesucristo, sino del Jesús de Dios, su Cristo, en los signos del Reino y en este tiempo y lugar.

9/ ¿Hemos pasado de una Iglesia excesivamente temporalista a otra demasiado espiritualista?

 

Yo no creo que la cuestión recaiga sobre el “excesivamente”, sino sobre la calidad de ese temporalimo y de ese espiritualismo. Cuesta buscar la madurez en un proceso de cambio personal e institucional, y la respuesta no es “en medio”. Hay que trascender ambos conceptos y llenarlos de un significado más rico. Es lo que ahora habría que hacer. Yo creo que la Iglesia, con Benedicto XVI, está recuperando con mucha inteligencia y fuerza el valor más profundamente cristiano de la espiritualidad; la teología y la fe como espiritualidad del Amor de Dios hecho vida, alabanza y testimonio. Pero falla, a mi juicio, que nace desencarnado, sin cuerpo histórico y social, sin acoger la historia en sus estructuras de pecado social, y así, aspira a llegar a Dios sin pasar por esa historia, y a volver a ella con las respuestas de gracia hechas. Es un atajo sobre la Encarnación. (A mi juicio). Y antes, a muchos, cada uno sabe a quién, no nos perdió el exceso de temporalidad sino de una temporalidad demasiado aislada de la trascendencia que le da significados muy nuevos en la fe, y que reclama modelos de compromiso social que evangelizan de obra y palabra. Se trata, también, de que la Encarnación opere como justicia histórica y, a la vez, como anuncio de la Buena Nueva del Reino de Dios que crece en lo más humano del mundo, “ya sí-todavía no”. El concepto “mezcla” de las dos dimensiones de la única historia de la salvación, es fundamental. En esto pienso al decir, “trascender” el significado de temporalismo y espiritualismo. Por supuesto toda evangelización se quiere completa, pero sabe distinguir lugares y tiempos, sabe que es una oferta a la libertad humana y sabe que donde algo humano crece, crece la salvación de Dios.

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