>

Blogs

En cristiano

Los olvidos sociales del cristianismo. Un libro (II)

4/ La defensa de los Derechos Humanos nos hermana con la sociedad. ¿Se respetan ad intra como se proclaman ad extra?   

Sí, esta defensa nos hermana. Hace tiempo que la Iglesia es una de las voces institucionales más perseverante en el discurso de los derechos humanos. Siempre con el lenguaje curial o diplomático que nos caracteriza, pero es un valor. Su credibilidad está muy mermada, pero es un valor. A veces, chocamos con sectores del “mundo” en la interpretación de algunos derechos humanos en el ámbito de la bioética. No tantas como parece, pero sí en varios supuestos muy graves. Si hacemos bien el esfuerzo de dar nuestras razones, éticas y de fe, yo creo que es un servicio moral inapreciable para la sociedad. Pero hay que hablar y actuar con honestidad, no con ideas de brocha gorda. Por su parte, los derechos sociales no tienen el eco debido en la palabra eclesial, porque tampoco lo tienen en la sociedad, y vivimos en una relación de vasos comunicantes. Además, los derechos sociales suenan peor en los oídos de los Estados y las Corporaciones Multinacionales, y en no pocos cristianos, lo que unido a su apariencia de “política”, ahí están, renqueantes, casi como coletilla final al hablar de la caridad cristiana. Para asomarse en serio a los derechos sociales hay que tener una mentalidad fuertemente crítica del “statu quo” y la Iglesia en esto no es maestra, desde luego. No es la última de la clase, pero muy atrás, sí. Y luego, los derechos humanos dentro de la Iglesia, yo creo que esto hay que reflexionarlo en serio; el puesto actual de la mujer en la Iglesia, no es de recibo; ni en cuanto al gobierno, ni en cuanto al sacerdocio; por su parte, el celibato obligatorio en el sacerdocio, no tiene la claridad doctrinal que se le atribuye, ni de lejos; además, los caminos “abiertos” a la opinión pública en la Iglesia, la corresponsabilidad en la elección de su jerarquía, el conocimiento de la gestión ordinaria y extraordinaria, la publicidad general y en los procesos conflictivos, el control y la transparencia reglados, todo esto deja mucho que desear. Con la clásica respuesta de que la Iglesia no es una democracia, no se resuelve nada, porque la Iglesia es más que una democracia, y el oscurantismo reina por doquier en las decisiones más importantes, el seudo-amiguismo es ley en los nombramientos principales y faltan reglas claras en los casos de conflicto. No sé por qué hay tanto miedo a la transparencia reglada, si todo es obra del Espíritu y nadie se mueve por otros intereses que el servicio. Digo yo. Pero en fin, lo de la mujer en la Iglesia, me parece lo más grave de todo. Y de resolverse bien, mejorarían mucho las demás carencias en derechos.

 

5/ ¿El derecho natural, interpretado por la Iglesia, está por encima del Estado de Derecho y de sus leyes?

 

El derecho natural está por encima de las leyes del Estado de Derecho, sí, pero ni la Iglesia tiene el don divino de interpretarlo para todos, pues lo haría a la luz de la razón, y no se ve por qué en ello ha de tener ventaja democrática; o lo haría, por la fe, y no se ve por qué en ello puede sacar mejor que otros conclusiones laicas. Así que al derecho natural accedemos todos como seres humanos, y no como dioses; accedemos a la verdad natural, a la medida de los humanos; todos. Como fuera que la Iglesia piensa que la razón iluminada por la fe da buena cuenta de esa ley moral natural, es legítimo anunciarla así, pero reconociendo que nos fiamos de la experiencia humana común y de la fe; por tanto, que esa palabra eclesial es una muy importante en el concierto social, sobre todo cuando viene llena de experiencia y sabiduría, pero no es la única ni es suprema para todos fuera de la comunidad de los creyentes; si el Estado ha legislado contra natura, la mayoría democrática se lo reprochará y echará al gobierno; si no lo hace, esa ley democrática, así respaldada, es ley común y hay que cumplirla; quienes la vean radicalmente injusta tienen derecho a contestarla. Con condiciones: apelando a una ley de objeción de conciencia, vías pacíficas, no causando mayor mal social del que se quiere evitar, cumpliendo claramente las demás leyes democráticas, y seguramente padeciendo los efectos de la ley vigente mientras lo esté. (Esto último es objeto de una prolija discusión). Y por cierto, este derecho de objeción de conciencia en casos de amenaza de la ley o dictamen a valores fundamentales, también rige enla Iglesia. No deberíamos callarlo.

6/ Asegura que la jerarquía española hace una “denuncia moral desequilibrada”: insiste demasiado en la moral sexual y se olvida de la moral social.

 

Absolutamente, sí. Muy desequilibrada. En realidad la bioética y la ética sexual atrapan casi todas los pronunciamientos morales de la Iglesia; o, quizá, mejor, destacan en el conjunto sobremanera; primero porque es más fácil y tienen más recorrido en la historia; tenemos más claridad en esos temas y hasta la sociedad nos ha especializado en esa respuesta. A menudo pienso que hay un juego de roles, que si la Iglesia fallara a la cita de la sexualidad y la bioética, dirían que no nos reconocen. Por su parte, cada palabra en ética social levantaba antes alguna acusación de “intromisión política”, pero, ahora, el mundo es más sutil, nos ignora. Y eso que, en moral social y económica, hacemos muchos distingos en el supuesto y en la valoración. Nóteseque todo va en condicional y subjuntivo, expresado como un deseo, mientras que en moral sexual, todo es más directo y rotundo, expresado como una máxima. Es la consecuencia de un planteamiento antropológico y salvífico que piensa así: Al final, son la conciencia moral y el alma lo que están en juego en el pecado, el juicio y la salvación.

Temas

Sobre la vida social justa, sin dogmas

Sobre el autor


enero 2012
MTWTFSS
      1
2345678
9101112131415
16171819202122
23242526272829
3031