El humor gráfico alcanza en Pamplona en estos días su cota más alta. A unos dos metros sobre los adoquines de la Estafeta, la popular calle del encierro. Las pancartas de las peñas pintadas con la brocha satírica son auténticos estandartes de extravagancia. La perfecta con-fusión de Humor y Fiesta. En el idioma castellano el ocio es lo positivo y el negocio se define como negación. En el bacanal se afirman y estallan todos los humores.
Hemingway popularizó el estallido y forjó la imagen moderna de la fiesta. Una proyección de las sombras ancestrales de las religiones mistéricas de Cibeles, Atis, Mitra… Los ritos del taurobolio, la conducción del toro en el amanecer y el sacrificio a la caída del astro rey, liturgias solares.
Pero la imagen de los navarros que ha quedado grabada a fuego en la historia es la del Codex Calixtinus,la guía del Camino de Santiago. Nos presenta de este modo: “Este es pueblo bárbaro, distinto de todos los demás en costumbres y modo de ser, colmado de maldades, oscuro de color, de aspecto inicuo, depravado, perverso, pérfido, desleal y falso, lujurioso, borracho, en toda suerte de violencias ducho, feroz, silvestre, malvado y réprobo, impío y áspero, cruel y pendenciero, falto de cualquier virtud y diestro en todos los vicios e iniquidades; parecido en maldad a los getas y sarracenos….el hombre y la mujer navarros se muestran mutuamente sus vergüenzas mientras se calientan. También usan los navarros de las bestias en impuros ayuntamientos…”. Y sigue.
Tengo clavados dos cuernos en la frente del olvido. Uno por mi condición de navarro, visto tal cual. El otro por mi condición de pintamonas. Ni un sólo diccionario define la caricatura en términos positivos. Y todos, todos nos atribuyen siniestras intenciones. No quieren saber nada de que la caricatura es memoria, pura memoria.
No me queda otra que diseñar el escudo de armas que ven aquí. Con lema. Mi amigo Fernando Corella me lo puso en el Cossío en el nuevo tomo sobre arte, humor y tauromaquia. Para que no me toreen.