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José Luis León

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La(s) nueva(s) mujer(es) según los consultores de marketing

Transcribo libremente algunas de laos principales análisis que los consultores de marketing, tendencias y publicidad ofrecen en privado a sus clientes corporativos:

La mujer ya no se limita a buscar la igualdad con el varón, sino cuestiona el mismo modo de cultura dominante de la masculinidad, para comenzar una nueva era de feminización de la cultura.
Hay una consideración globalizadora, por ejemplo sobre la mujer y la publicidad, sin embargo se olvida que la mujer lo es dentro de un contexto vital, y en este orden han de distinguirse varias mujeres: a) la chica o mujer prefamiliar, b) la mujer con familia propia, en la que hay que distinguir la que trabaja y la que no trabaja (voluntariamente), y aun dentro del grupo trabajador tenemos c) la mujer de alto salario frente a la de salario “complementario”, formando trabajadoras y no trabajadoras, dos grupos a menudo con valores opuestos, y d) la mujer en la poscincuentena con hijos que ya han marchado del hogar. La primera percibe un futuro ideal, la que trabaja obtiene un sentido de independencia y valor propio, pero también de incapacidad de llegar bien a todos los frentes que tiene abiertos, familiar y laboral, dándose dos actitudes prácticas prioridad de la carrera profesional o prioridad de los hijos. La mujer de nido vacío es la más plena de todas ellas, pero también la de valores más conservadores, que relativiza mucho más, dada su experiencia y la cercanía de la mortalidad. También abierta a nuevas actividades que no había podido practicar. Es la más liberada a no ser que haya asumido cubrir huecos asistenciales bien en su comunidad o en la familia de sus hijos.
La liberación femenina ahora se entiende de modo diverso al pasado, no es ya el primer valor absoluto, sino el de la realización personal, lo que pasa precisamente por cambiar las estructuras de la dependencia.
Si bien la mujer considera que la publicidad en general falta a la verdad, esto no se traslada a la percepción de anuncios particulares, como lo demuestra el hecho de las ventas que éstos consiguen. En la crítica social a la publicidad se mantiene que defiende valores socialmente contraproducentes, sin embargo, hay una lógica de progresión que parece constitutiva de las aspiraciones humanas y que la publicidad se encarga simplemente de canalizar; lo que queremos decir, es que una vez lanzados por la senda del bienestar al que la sociedad tiende por naturaleza, el proceso ya no se puede parar, los pros y los contras van en el mismo convoy. Este recorrido se aprecia perfectamente en los productos otrora llamados de belleza, que empezaron como maquillajes o cremas limpiadoras, siguieron como productos hidratantes y continúan como productos de reparación celular y en general de enmascaramiento de la edad. Es decir, la búsqueda y anhelo de perennidad, combatiendo hasta el fin la disolución corporal en una lucha permanente por ampliar el espacio de la vida sana.
Hay nuevas recomendaciones sobre qué no debe hacer la publicidad si quiere colaborar al triunfo de la nueva mujer, no aquella simple consumidora, sino la que abre nuevos tiempos de control social en veta no masculina. Hasta ahora, conforme a Goffman (sociólogo) habíamos descubierto las fórmulas de la sumisión, las implícitas miradas masculinas a las que debía servir la imagen publicitaria, pero ahora las cosas deben ir más lejos pues los nuevos tiempos exigen superar la mismísima contradicción hombre-mujer, deshaciendo las mismas raíces de aquello que sustentaba la diferencia. La publicidad ahora debe ser educadora del varón, debe hacerle entender que una mujer no es un ser diferente, sino de igual categoría y más aún debe pasar a ocupar el lugar vacante dejado por la mujer en la iconografía publicitaria: ser representado para utilidad de la mirada femenina. Hasta ahora se han analizado las miradas masculinas implícitas, siguen escribiéndose tesis doctorales para “descubrir” el imperativo masculino, y poder combatirlo mejor, pero no hay un desarrollo equivalente para vertebrar las demandas de la mirada femenina.
Pero venimos cometiendo un error de perspectiva geográfica, en nuestro país llevamos un desfase de diez años de momento con respecto a la nueva mirada femenina, que en otros países ha descubierto hace tiempo que debe distinguirse entre “el” varón y “mi” varón, y ambos dos deben ser disociados, y si la comunicación los funde es entonces cuando se producen los problemas: la mujer no quiere fáciles mensajes antimasculinos generalistas .

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La publicidad y el marketing que nos viene. Por José Luis León

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