Que estas líneas vayan hoy en la sección de Deportes es una cuestión de pura exigencia, porque entre el Alavés y el señor Muñoz Caravaca, presunto árbitro de fútbol, la crónica del derbi ante el Mirandés bien podría ocupar una página de sucesos o convertirse en una hora larga de ‘reality show’ para divertir al público neutral ávido de emociones ajenas. Cuando la moneda de un partido trabado cayó en cara, con 1-0 y ante un rival en inferioridad numérica, la escuadra albiazul, tan imprevisible e inestable como siempre, explosivo en pies temblorosos, alimentó y avivó el caos hasta descarrilar en la montaña rusa de la remontada visitante. Precipitada con un ‘penalti’ de vídeos navideños a beneficio de inventario, pero también en doce minutos donde de nuevo quedó acreditado que la escuadra de Pereira posee la consistencia de la gelatina y, por lo visto en el tramo final trufado de expulsiones evitables, el temple de un enfermo de los nervios. (+info)