ARABA
En unas fiestas de La Blanca precovid, los blusas y neskas veteranos habrían disfrutado al salir de la iglesia de San Miguel de una mesa con vino dulce y unas pastas. Después, como el cuerpo no anda para mucha danza y trote, una vuelta en ‘trenillo’ por Vitoria con las paradas obligadas para el bocadillo y unos sorbos. Pero la pandemia que no cesa sigue marcando el guión. Después de la misa por los compañeros fallecidos, todo quedó en una ofrenda floral y un aurresku de honor frente a la hornacina de la Virgen Blanca.