MOBILIARIO URBANO por ÁNGEL RESA
Que San Prudencio bendiga a sus romeros, pero también a quienes escogen la fecha para el ejercicio de la trashumancia
No aportaré datos sobre la filiación familiar que le une con el firmante porque está feo señalar. Además ha cambiado mucho. De pequeño veía un tumulto y procuraba alejarse en busca de esa calma que destila la ausencia de gente. Hoy, hace ya bastantes años en verdad, prefiere integrarse en cualquier grupo que persiga la diversión hasta que el cuerpo aguante. Entonces optaba por las campas de Olárizu cuando tocaba peregrinar a Armentia, tal que en fecha como mañana. O al revés, tiraba para los dominios de San Prudencio el segundo lunes de septiembre, día que el calendario marca para la romería a los pies del monte que tiene clavada una cruz. Ya digo que donde antes quería remansos hoy busca la tremolina.
Sirva esta introducción para pedir el indulto a los desertores de la fiesta. Me refiero a aquellas personas que niegan la diversión por decreto-ley o no comulgan con las ruedas del multitudinario molino. Hay quienes reclaman la autodeterminación de sentirse felices cuando les salga de las entrañas y les cuesta comprender el precepto de pasarlo bien por el mero hecho de que la jornada se rotule en rojo. Las festividades programadas poseen la virtud de aunar al personal, obran como excusa para reunir a los seres humanos en un sentimiento de pertenencia a la comunidad. Nada que alegar, desde luego, a estas convocatorias predeterminadas que tejen lazos identitarios e inyectan una dosis de juerga más o menos natural por vía intravenosa.
Pero reclamemos también la absolución para los infieles. Esa estirpe que pasea con frecuencia hasta la estatua del patrón por un sendero bello y único con la tranquilidad rutinaria por bandera. Ese género que renuncia a Armentia precisamente la fecha en que todos los demás suben y no encuentra el gusto a la cultura de masas. Quienes consideran que el 28 de abril es el día idóneo para enfilar el coche con rumbo a Bilbao, a Donostia, a Logroño, a Pamplona, a … Esos ciudadanos que tampoco elegirán tales destinos durante el ciclo de sus fiestas patronales. Aunque parezca mentira, los hay que saborean mejor la Vieja Iruña al margen de la locura sanferminera.
Gente díscola que consume perretxikos –cualquier época dentro de su temporada natural es buena- sin necesidad de hacerlo el día del patrón. Valientes que detestan los caracoles y renuncian a pasar por el aro de comerlos así lo aconseje el mismísimo San Prudencio. Personas que admiran Armentia a salvo de procesiones episcopales, música popular y talos de txistorra. Contribuyentes como el resto que aguardan ‘el puente de los alaveses’ –acueducto que enlaza el ojo patronal con el del Primero de Mayo- para huir a otros lugares y sonreír solo si sus músculos faciales quieren.
Las previsiones meteorológicas vuelven a indicar, un año más, que lloverá sin remisión durante la jornada de peregrinaje a la hermosa aldea que marcaba el confín sur de Vitoria antes de desparramarse por el Oeste con el barrio de Zabalgana y sus afluentes. Así que los rebeldes pensarán cuánto mejor andar bajo el paraguas por otros lugares que entrechocándolos aquí. Que nadie interprete este texto como un ataque a las tradiciones que confieren ciertos signos de personalidad colectiva. Pero los hay que tienen muy oída la Retreta, que no pertenecen a sociedad gastronómica alguna y hartos de que el patrono se les mee encima.
El familiar al que aludía al inicio del artículo no reside ya en Vitoria. Supongo que semejante deserción sería su sueño infantil, cuando escapaba de la turba en las fechas señaladas. Ahora lo imagino, en cambio, pesaroso por su imposibilidad de no entrar en el programa centrifugador de la fiesta. Claro que, al vivir en San Sebastián, ya se mete para el cuerpo su ración anual y más amplia de una tamborrada que allí representa toda una razón de ser. Bueno, pues que San Prudencio bendiga a sus fieles romeros y también a las ovejas descarriadas que eligen su día para la trashumancia. Que como nos diera por concentrarnos a 320.000 en las campas se iba a armar la del patrón.