La puerta está abierta. Ha tardado en hacerlo, cierto, pero por lo visto ayer, el desesperante retraso de más de dos años en su ejecución parece que ha merecido la pena. La Vitoria-Eibar, la AP-1, ha roto la barrera histórica entre Álava y Guipúzcoa tendiendo un puente que se cubre en menos de media hora (en el peor de los casos). La infraestructura está ahí, ahora sólo falta que las sinergias empiecen a funcionar. Ayer, sábado, día de compras por antonomasia, fue una de las primeras pruebas de fuego que revelarán el verdadero impacto que la AP-1 tendrá sobre el tejido comercial vitoriano. (+info)
Álava