El veredicto de las urnas dibujó ayer el más endiablado de los escenarios y el que el PNV se venía temiendo desde hace meses, el de la victoria más amarga. La formación jeltzale ganó las elecciones con contundencia, con una ventaja holgada e incluso mayor de la que le auguraban los sondeos –nada menos que seis escaños por encima del PSE– pero la endeblez de quienes fueron sus socios en la anterior legislatura, una EA que reduce drásticamente su representación y una Ezker Batua también en caída libre, augura tiempos inciertos para el partido y para Juan José Ibarretxe, que no tiene garantizada su reelección. Su rival directo, Patxi López, ya anunció ayer que le disputará el cargo.
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