Unax Ugalde (Vitoria, 1978) sabía que en el Festival de San Sebastián le iba a tocar hablar más de política que de cine. El actor presentó en la sección oficial, fuera de concurso, “Lasa y Zabala”, de Pablo Malo, en la que encarna al abogado que defendió a las familias de los dos etarras torturados y asesinados por el GAL. Un personaje llamado Iñigo, que aunque no se apellide Iruin resulta un trasunto del político de la izquierda abertzale, que llevó el caso durante años hasta su resolución en la Audiencia Nacional. El filme llega a los cines este viernes.
– ¿Conoció al auténtico Iñigo Iruin?
– Siempre que interpreto a personajes históricos intento acercarme a ellos todo lo que pueda y de la manera más respetuosa. Mantuve una conversación con Iruin durante tres horas. Mi interés básico era conocer a la persona y que me contara de primera mano cómo vivió todo el proceso. Le advertí que en la película no iba a salir reflejada su persona ni su ambiente familiar. No había tiempo para eso. El protagonista verdadero de “Lasa y Zabala” es el caso, yo soy el antagonista que lo acompaña.
– ¿Pero es Iruin o no?
– Mi personaje se inspira en Iruin, uno de los abogados constitucionalistas más respetados de este país. Quería reflejar su profesionalidad y buen hacer mientras tenía detrás a las familias llenas de rabia y dolor de dos chicos de 20 años torturados y asesinados.
– En el filme no se dice nada sobre la militancia política de Iruin.
– Se cuenta que en su bufete se defiende, entre otros, a terroristas. Todo el mundo que tenga un mínimo conocimiento de la historia sabrá que era un político. Este conflicto es tan reciente y hay tanto dolor y odio por detrás que la gente se va a agarrar a que la película no contextualiza ese momento, los “años de plomo” de ETA. El objetivo era contar la historia de Lasa y Zabala: cómo unas familias descubren de repente que tienen en contra a la estructura de un Gobierno que se supone que está para reparar los daños de sus ciudadanos. Necesitaban una mano derecha, que fue Iñigo Iruin, y una izquierda, el forense Paco Etxeberria, para llevar el caso adelante.
– Muchos de los que han visto “Lasa y Zabala” lamentan que falte ese contexto. Solo en 1983, el año de su desaparición, ETA mató a 43 personas.
– Esa es una pregunta para el director y el guionista, pero puedo entender las críticas. Si contextualizamos todo lo que estaba pasando en aquel momento sería otra película. Esos dos chicos eran soldados rasos, pertenecían a ETA pero no tenían delitos de sangre, habían atracado un banco. Dentro del organigrama de la organización no significaban nada, aunque al parecer tenían un gran futuro.
– ¿Iruin ha visto la película? Tiene que estar contento de su imagen heroica.
– Hay cosas que le han gustado y otras que no, como que le saquemos fumando todo el rato cuando él es ciclista. En serio, no está demasiado contento de esa imagen heroica que tú dices. Yo no lo veo como un héroe, solo consigue llevar el caso a buen puerto. Mi personaje hace cosas que él nunca haría. Si Iruin esperaba un retrato más amable eso es otra película.
– ¿Quiénes serían entonces los héroes?
– El principal héroe es Jesús García, el policía nacional que actuó por su cuenta y logró la identificación de los cuerpos. Desde que aparecieron los restos en cal viva en 1985 hasta 1995 se quedó pensando en ellos, enfrentándose a los suyos. Buscó al culpable, fuera quien fuera, y gracias a la Justicia española se esclareció el caso. Otro héroe de la película es el forense Paco Etxeberria. Y las familias de los chicos, que durante años sufrieron el rechazo de los estamentos cuando buscaban la verdad. Hoy siguen peleando.
– ¿Qué recuerdos tiene del caso?
– Crecí en el País Vasco hasta los 17 años. Nací en 1978, cuando los muertos de ETA subieron de 12 a 65. En 1980 hubo 94. Desde pequeñito recuerdo mucho odio y fuego en las calles. Era cuando empezaba a actuar el GAL y desde España se negaba todo. Recuerdo nítidamente cuando trajeron los cuerpos de Lasa y Zabala, la carga de la Policía Nacional en Fuenterrabía, la de la Ertzaintza en el cementerio de Tolosa… Me parecía increíble que sufrieran así unos familiares que enterraban a sus hijos desaparecidos desde hace doce años. Fue muy doloroso.
– También se desprende de la película que todo fue una gigantesca chapuza.
– Borja Cobeaga contaba el otro día que había tenido que quitar del guion lo más surrealista de “Negociador”. Nosotros exactamente igual. Felipe Bayo apareció en la Audiencia Nacional en calzoncillos y silla de ruedas. Persiguió a Iruin por la sala de vistas para trincharle con el asta de una bandera española y le acabó tirando una máquina de escribir. Lo ensayamos, pero vimos que se nos iba la película de las manos. Tuvimos que hacer un trabajo de contención absoluto para no ridiculizar a los personajes y acabar con un esperpento. En este caso la realidad superó a la ficción con creces.
– ¿Cómo espera que se reciba la película?
– Con respeto. Estamos hablando de víctimas del terrorismo, y para mí todas se merecen el mismo respeto. “Lasa y Zabala” y “Negociador” son las primeras de una larga lista de películas que van a venir a hablar del conflicto vasco. Se van a hacer sobre Miguel Ángel Blanco, Gregorio Ordóñez… Hay muchas cosas que contar. Y si yo tengo que participar como actor en ellas no tengo ningún problema. Es necesario hablar, no podemos mantener el debate dentro de nuestras casas. No podemos seguir evitando hablar de política en las cenas de Nochevieja, que siempre acaban mal. Sentémonos. Estas películas ayudarán en el proceso de paz que está iniciándose.
– ¿De verdad cree que vendrán muchas películas sobre el conflicto vasco?
– Imanol Uribe empieza a rodar una y sé que muchos directores que me han llamado preparan más. Hay historias que han pasado desapercibidas en el tiempo, pero han perdurado en la conciencia del País Vasco por una palabra clave: impunidad.
– ¿Su representante no le advierte de que una película así puede tener consecuencias en su carrera?
– Estoy seguro de que “Lasa y Zabala” va a tener consecuencias en mi carrera. O las ha tenido. Como actor me da igual, no soy responsable de los hechos que relato. Sé que no he hecho un panfleto, no intento convencer a nadie. Cuento unos hechos históricos desde el punto de vista del dolor de las familias. Los asesinos se ponen a un lado, sean de ETA o del GAL.
– ¿Por qué tendrá consecuencias en su carrera?
– Porque vivimos todavía con mentes muy cerradas y venimos de mucho dolor. No sé si la gente está preparada para ver disparos en la nuca y torturas. Ya antes de empezar la película hubo marcas de cerveza y hoteles que no quisieron saber nada, porque a nivel comercial podía tener repercusiones. Yo he perdido trabajos por hacer una película sobre ETA. Y me lo han dicho clarísimo. Me da igual. La historia de Lasa y Zabala había que contarla.
(Entrevista publicada en el Diario EL CORREO el 26 de spetiembre de 2014).