Luego dicen que la industria de los videojuegos está en crisis. Heavy rain, la aventura gráfica más mediática de los últimos tiempos, ha vendido más de un millón de copias desde que saliera al mercado la última semana de febrero. Casi nada. Aquí veo recompensado el esfuerzo mercadotécnico de Sony a la hora de vender este juego para
¿Y lo consigue? En parte. Tengo que confesar que me costó mucho meterme en la historia ante la ausencia de unas escenas introductorias que caldeen el ambiente. De hecho, los primeros momentos jugables de Heavy rain sirven a modo de tutorial para que nos acostumbremos al impresionante sistema de control de los personajes. En ese sentido, se agradece que se intente de innovar un género que parece seguir anclado en los 80 con el clásico point and click, pero, para mi gusto, las acciones no son nada intuitivas y, en ciertos casos, el mando no responde como debiera a lo que tenemos que hacer. Por otro lado, la obra de Quantic Dream nos presenta dos caras totalmente distintas. Es indiscutible la calidad del modelado de los personajes, sobre todo en los protagonistas, pero es una pena que la animación esté varios puntos por debajo de otros títulos sin tanto pedigrí. Parece que un equipo de la productora ha hecho los deberes y el otro no. Ese andar robotizado de los personajes resta credibilidad a la presunta puesta en marcha cinematográfica y evita esa sensación de estar dentro de una película, algo que sí disfrutamos en otros juegos. Respecto a la tan cacareada interactividad, descubrimos que nuestras decisiones no cambian su núcleo argumental, siendo menos importantes de lo que en un principio pueda parecer, lo que sirve para enmascara un juego algo lineal y de corta duración. Pese a todo, es de agradecer tírtulos que intenten revitalizar un género que precisa de enfoques nuevos para atraer a los jugadores del siglo XXI. Aunque sea mostrándonos una historia de pesadilla.