Esta chica de la foto es Ana Fernández-Villaverde, alias La Bien Querida. Si son ustedes dados a leer revistas y webs de corte moderno, seguro que les suena de sobra su nombre artístico, porque su maqueta tuvo una repercusión inusitada, casi desmedida para una grabación no comercial. Y, en cierto modo, ese impacto está afectando a la acogida que recibe su primer disco, Romancero: lo que en la maqueta era espartano ahora es más bien barroco, con sus flautas, sus fiscornos, sus cuerdas, su electrónica, su cajón flamenco… La producción y los arreglos de David Rodríguez (Beef, La Estrella de David) son originales, llamativos y en algunos momentos desconcertantes, sobre todo en la primera canción, cuando la rica instrumentación, que va variando a lo largo del tema, desaparece de pronto para dejar el estribillo a capella. A algunos, acostumbrados a la maqueta, el álbum les está chocando demasiado. A mí me gusta mucho, aunque por ahora no puedo evitar contemplarlo como si fuesen remixes, más que la forma definitiva de las canciones.
¿Por qué me gusta La Bien Querida? Pues no sabría decirles, ya que las referencias que vienen a la cabeza al escucharla (La Buena Vida, Le Mans y cosas así) nunca han sido santos de mi devoción. Pero parece que las letras de La Bien Querida me dicen algo, y me encanta, además, ese tono un poco repetitivo que tienen sus melodías, como si todas fuesen partes de una misma canción… ahora remezclada.