Además de los coches “mazacote, pero seguro” de Volvo y una seguridad social que no sufre desmayo entre la cuna y la tumba, Suecia puede sentirse orgullosa por su ambiciosa producción de juegos de estrategia a gran escala. Paradox, compañía creadora de las series ‘Europa Universalis’ y ‘Hearts of Iron’, publicó en 2003 el título que establecía el puente entre las guerras napoleónicas y la Segunda Guerra Mundial. Tomando elementos de una y otra -de la primera, la dinámica de auge y caída de imperios, y de la segunda, el concepto de guerra total-, dio forma a ‘Victoria’, que es uno de los juegos de estrategia más complejos nunca programado.
Tras abrir el estuche, se podía coger el manual y tirarlo a la papelera. No existía un tutorial ni nada parecido, y aunque los gráficos tenían el aire familiar de ‘Europa Universalis’, uno debía buscarse la vida en los foros de veteranos para comprender el sutil modelo económico en que se basa el juego. Por esta razón, el gran público le dio la espalda a ‘Victoria’, que congregó a sus espaldas a una minoría de estrategas fanáticos entre la que el aficionado al género se siente como en el bar de debajo de su casa en día de partido. Lo raro de ‘Victoria’ empieza por el mismo título, ya que no hay una sola forma de ‘ganar’, sino que se invita al jugador a ponerse sus propias metas. Estas pueden ser convertirse en la primera potencia económica mundial, colonizar toda África, ganar la Gran Guerra, humillar al imperio vecino, o sencillamente sobrevivir.