Elegir un modelo nuevo de ordenador es uno de esos actos que uno debe cometer en caliente, como si fuera delito, o prepararse para sufrir los efectos de una aguda melancolía. Es el electrodoméstico más fastidioso de la casa: es caro, no hace nada que no le hayamos enseñado y hay que sustituirlo por uno nuevo cada cuatro o cinco años. Por si esto no fuera suficiente engorro, la jerga técnica de las especificaciones ha evolucionado por su lado, lo que motiva dramáticas consultas a la wikipedia y a ese amiguete que conoce todo el mundo que le formateó el disco duro. Recuerdo que hace diez años pocas cosas importaban más que la velocidad (medida en megaherzios) y el tamaño de la memoria RAM y el disco duro (en megabytes). Las máquinas ofrecen hoy mil veces más espacio y van mil veces más deprisa… aunque esa no es la sensación que uno tiene cuando abre el más humilde procesador de textos. En cualquier caso, ahora hay que prestar atención a otro montón de cosas, a la tarjeta gráfica en sí y a la memoria de que se dispone, a la conexión a internet por WiFi y a dispositivos inalámbricos por Bluetooth, a distintas clases de disco duro y tipos diferentes de procesador, que pueden ser más lentos o más rápidos según detalles como el fabricante y la marca…
Llevaba yo dos meses familiarizándome con estos conceptos, con vistas a adquirir un portátil, buceando en los foros donde cada modelo, no importa el precio, tiene un propietario que ríe y otro que llora por su dinero gastado, cuando he visto la luz en un artículo de la bitácora VidaExtra que me ha parecido más esclarecedor que la Guía del Comprador de Ordenadores y la Compra Maestra juntas. Tenía yo la sospecha de que se avecinaba una época de transición cuando en la computadora desde la que les escribo, que sólo tiene dos años, me quedé sin jugar al ‘Rainbow Six Las Vegas’ (uno de policías contra terroristas) porque mi tarjeta gráfica no soportaba el Pixel Shader 3.0, cualquier cosa que signifique esto. Pues bien, la llegada del Windows Vista como Atila el Huno trae consigo la de un nuevo controlador de imagen y sonido, el DirectX 10, que está creando un pitote en la compatibilidad con las aplicaciones anteriores, porque para funcionar de manera óptima requiere una nueva generación de tarjetas gráficas… que acaban de salir a la venta con los precios que todos nos imaginamos. ¿Qué hacer? Esto no se va a estandarizar de aquí al verano. ¿Opiniones, ideas? Abstenerse MAC-eros.