Con el permiso de todos ustedes, que son gente maja y tolerante, hoy haré un poco de expansionismo y me colaré en los corrales de los blogs hermanos. Primero me pondré el disfraz de divergente para hablar de Kafka en la orilla, la novela de Haruki Murakami que se acaba de publicar en España. Apreciarán en mí la impaciencia del fan: les recomiendo el libro antes incluso de leerlo, de la misma manera que bajé a comprarlo la semana pasada, cuando todavía no se había distribuido, lo que me valió la reprobación de una dependienta autista que no sabía quién diablos era ese señor de nombre exótico. Me sorprendió tanta ignorancia, porque Tusquets se ha hartado a vender ejemplares de Tokio blues, una novela que para mí queda muy por debajo de las empresas más imaginativas del autor, como La caza del carnero salvaje, Crónica del pájaro que da cuerda al mundo o, según dicen, ésta que tengo calentita entre las manos. Si todavía no han catado a nuestro hombre, háganse con cualquiera de estas tres y déjense llevar en un viaje fascinante por la extrañeza del mundo y los recovecos del azar, o del destino. Entre los críticos parece haberse generalizado la opinión de que Murakami es el más occidental de los escritores japoneses, pero ello supone olvidar que el país asiático es el punto donde convergen extremo oriente y extremo occidente y que, para muchos de sus habitantes, las grullas y las casas de té de Kawabata sólo son ya manierismos folclóricos. En cambio, sí estoy de acuerdo con la proximidad entre sus novelas y el cine de David Lynch, que también anda sobrado de esas rarezas que la gente quiere interpretar como símbolos pero que seguramente no simbolizan nada.
Y, después de tanta gravedad, dejen que me travista de Olatz Barriuso -ay, no sé yo si me entrará su ropita- y les ofrezca un enlace televisivo saqueado al blog No recomendable. A lo mejor lo conocen ya, pero yo lo he descubierto a la vuelta de mis vacaciones y me he quedado atónito: pinchen aquí y vean una antología de José Ramón con Corazón, la crónica rosa de la cadena local de Rota. Aunque bien se podría ahorrar en palabras y decir simplemente que es una crónica rota.
Y ahora, voy a ponerme a leer.