Los Beatles son, sin duda, el grupo que más produce pese a tener a la mitad de sus componentes muertos. Y no hablo de recopilaciones, aunque la All Music Guide registra más de setenta posteriores a ‘Let It Be’, sino de álbumes de “material completamente nuevo” como el que está preparando la Apple. Esta vez, las canciones inéditas no proceden del saco de un chamarilero afortunado, ni del fondo de un cajón de la cómoda de John Lennon, sino, al parecer, de los fecundos archivos oficiales de la compañía. El propio Sir George Martin está remasterizando las grabaciones con la supervisión de McCartney y Starr y la lógica aprobación de los herederos de Lennon y Harrison. Lo que salga de ahí servirá de fondo musical para un espectáculo del Cirque du Soleil que se estrenará este verano en Las Vegas, capital mundial del buen gusto y la sofisticación estética, pero también dará contenido a un nuevo disco de la banda: “El público se sentirá como si estuviera en la misma habitación que el grupo”, ha descrito el hijo de Sir Martin, Giles, también muy ilusionado con la perspectiva. Seguro que a todos se les ponen ojos de dólar, como a Tío Gilito.

No seré yo quien se meta con una iniciativa que proporciona felicidad a tantísima gente, pero no me negarán que estas exhumaciones de canciones inéditas -es decir, desechadas en su momento- van bajando la calidad media de la producción de un artista. Con los álbumes oficiales de los Beatles, el promedio podría ser de 9 (vale, vale, pónganles un 10 si quieren), pero cada canción nueva baja la nota unas décimas y a este paso van a acabar con el notable raspado. ¡A ver si, por culpa de esta decadencia post-mortem, dejan de ser el mejor grupo de la historia!