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Cinco de 2025: la minilista evadida

 

Este es uno de esos años en los que me habría resultado más fácil confeccionar una lista de treinta o cuarenta discos favoritos que reducirla a mi tradicional minilista de cinco. Otras veces tengo claros unos cuantos destacados, que sacan la cabeza con orgullo por encima de los demás, pero repaso la cosecha de 2025 y la veo de manera un poco más indistinta: podría haber hecho perfectamente otras selecciones de cinco y me parecerían igualmente válidas. Pero, en fin, al final he apostado por estos. ¿Tengo que decirlo? Tengo que decirlo. Por supuesto que no son los mejores discos del año, y de hecho habrá mucha gente a la que algunos le parecerán espantosos, pero son los que elegiría si en el resto de mi vida solo pudiese volver a escuchar cinco de esta añada.

Muy cerca de esta selecta élite se han quedado Anika, Fugue State, Richard Dawson, Thalia Zedek Band, Gabi Pedrosa, EZEZEZ, Arima, EarthBall, Jessica Curry, S.G. Goodman, Tropical Fuck Storm, Imperial Triumphant, Alien Nosejob, Hilary Woods, Rosalía, Tamar Sagiv, Sexfaces, Exo, Kiliki, Andreas Dorau, Laura Krieg, Dean Wareham y The Young Gods, en alegre ensaladilla. Y también he escuchado con mucho gusto a Caballo Muerte, Mark Fry, aya, Kombynat Robotron, The Cords, Fuzzy Lights, Michael Beach, Lookers, Los Retumbes, El León Pardo, msssv, Al Karpenter, Intensidades Ortega, Sabine McCalla, Olan Monk, Patriarchy, Pulp, Anchoress, Bryter Colours, Upchuck, Kling Klang, Soga, Fast Kids, Discreet Charms, Droges, Aurora Roja, SunYears, Equal Parts, Leya, Lavinia Blackwall, Eraser, Eggy, Nick Frater, Abdomen, Lael Neale y Civilistjävel!

Vamos allá, que pasen los primeros…

The Sexual Objects – Orangutang
Son el proyecto actual de Davy Henderson, cantante y guitarrista escocés que encabezó en los últimos 70 y primeros 80 los reputados The Fire Engines, y llevan casi dos décadas soltando discos casi clandestinos que muy pronto acaban descatalogados: aquí reúnen un hermoso ramillete de diez canciones animosas que a mí me hacen pensar en T.Rex, The Only Ones y Television, lo que probablemente signifique que no tienen tanto que ver con ninguno de ellos, pero desde luego sustenta la idea de que podría tratarse de una joya perdida de otro tiempo.

The Third Mind – Right Now!
Hablamos de un supergrupo con miembros tan ilustres como el ya septuagenario Dave Alvin y con la voz siempre chocante de Jesse Sykes, pero a la vez tienen mucho de modestia artesanal: la idea es entregarse a los placeres y los riesgos de la improvisación y grabar «sin paracaídas», sin planes y sin prestar mucha atención al minutero. Sí, casi todo son versiones bien impregnadas de psicodelia, pero esa descripción clasicista no hace justicia a una música sorprendentemente estimulante.

2020 – 2020
El cuarteto sevillano (voz, guitarra, electrónica, batería) profesa amor por lo oscuro, lo abrasivo, lo libre, lo anómalo, pero eso solo nos permite intuir el sonido de estos nueve temas que reptan, se agitan, golpean, estallan, se estremecen y se repliegan en un flujo negro que casi duele cercenar en cortes. Es una música intensa y viva que arrastra al oyente en sus expediciones a lo desconocido pero, de alguna manera, sigue siendo rock.

The Whimbrels – The Whimbrels
Me ha chocado no encontrarme por ahí con más menciones a The Whimbrels (los zarapitos, como el de la chula portada), una especie de síntesis del rock de vanguardia neoyorquino en la que milita el legendario Norman Westberg, de los Swans. Y su sonido es también eso, una destilación de esa larga tradición exploradora, con tres guitarras afinadas de maneras rarunas que juegan a entrelazarse, alejarse y buscarse de nuevo. Es gente que ha hecho mucho ruido en la vida y a mí me evocan a los Sonic Youth de la era Daydream Nation (mi periodo favorito), pero curiosamente contenidos, sin desbarrar.

Lambrini Girls – Who Let the Dogs Out
El dúo británico se ha marcado un imponente álbum de debut, un disco arrollador musical y verbalmente, agresivo y a la vez tremendamente pegadizo. Alguien escribió por ahí que, mientras lo escuchas, tienes la sensación de tener a la cantante gritándote al lado y de que su saliva te salpica la cara, y así es: como una Amyl todavía más mosqueada, Phoebe Lunny escupe letras acuciantes que pueden resultar incómodas para gran parte de su público. Por ejemplo, muchos hombres. Y para eso se inventó el punk, claro.

Vamos con 2020, que son lo más inusual del lote. Me encanta este disco.

 

Por Carlos Benito

Sobre el autor

Periodista de El Correo. Nací en Logroño, estudié en Pamplona, vivo y trabajo en Bilbao.


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