Pocas veces hago apuesta doble en esta sección, y suele ser por dos motivos opuestos: o dudo entre dos canciones muy parecidas o dudo entre dos canciones muy diferentes. Hoy ocurre lo segundo, aunque los artistas tienen algo en común: vienen de Barcelona. Pero, más allá del origen geográfico, bien podrían pertenecer a dos universos distintos.

La primera es Maria Arnal. Si algo no soy, es un visionario del potencial comercial de la música, porque jamás suelo acertar con lo que va a gustar a la gente, pero sí hay un par de casos en los que he escrito pronto de artistas que luego se han hecho famosos. Uno de ellos es el de Maria Arnal y Marcel Bagés, que asomaron por aquí en 2016 con su Cançó del taxista, antes de que se convirtiesen en uno de los pilares de la hoy floreciente escena neofolclórica. Escribí entonces que Maria tenía «voz alucinante de superheroína de la canción» y hoy, ya en solitario, sigue pasmando con ese instrumento que lleva dentro y con su prodigiosa manera de controlarlo. La vocalista participa en la banda sonora de La Virgen Roja, la película sobre Hildegart Rodríguez, a la que aporta el tema homónimo, una especie de estremecedora saeta para aquella mujer del futuro que acabó asesinada por su madre/creadora, con un ritmo procesional y una austeridad instrumental que empujan la música hacia esos terrenos rituales que tanto interesan a Maria.

Y, ya que me he chuleado por mi buen ojillo con un artista, voy a hacer penitencia por mi demora en atender a otro. Siempre que escucho a Robot Emilio me gustan mucho (de hecho, canciones como El Flowers o Le Corbusier me encantan y las he metido en esas listas mensuales que hago por ahí), pero no les he seguido con la constancia que merecen y nunca los he traído por aquí, pese a que llevan cinco años en activo y han editado un par de álbumes entretenidísimos. Así que aprovecho ahora que sacan sencillo con su nueva formación de trío (antes eran cuatro) para corregir ese error. Lo suyo son viñetas de rock con letras a menudo desconcertantes y un estilo que parece una versión chispeante y más pop de los Pixies, aunque leo que la verdadera obsesión de su líder, el peruano Edu Chirinos (o Edu Ruinas, por su anterior y más conocido proyecto), son Hüsker Dü. En realidad, Hombre bala va como cara B del disquito, pero me parece irresistible.

Ah, algunos de ustedes seguramente recordarán de dónde viene el nombre…