De los tres miembros de Lupo Città, el más popular es Chris Brokaw, que (unas veces a la guitarra, otras veces a la batería) ha formado parte de grupos tan conocidos e influyentes como Come o Codeine, aunque su única aparición previa en esta sección ha sido como componente del supergrupo subterráneo The Martha’s Vineyard Ferries. El amigo Brokaw (de quien, por cierto, me gustó mucho su álbum en solitario de 2021, Puritan) es un tipo inquieto al que le gusta saltar de salsa en salsa, así que se prestó alegremente a colaborar en una canción de Sarah Black y Jenn Gori, una pareja a la que había conocido en Boston, aunque (y esto les encanta contarlo) ya había vivido a la vez que ellas en New York y Seattle sin que coincidiesen jamás, pese a tener intereses y amistades comunes. Esa guitarrita que iba a meter en una canción se convirtió en una aportación a cuatro temas y acabó derivando en Lupo Città, un trío que homenajea en su nombre a las películas de giallo y spaghetti western que tanto les gustan a los tres.
En Lupo Città, con ese acento grave que están condenados a perder en el mercado anglosajón, Chris canta y se ocupa de la guitarra, Jenn canta y toca la batería y Sarah se reparte entre guitarra y bajo, según convenga a cada canción. Su primer álbum, homónimo y recién salido, reúne diez canciones austeras y de producción áspera, con esa naturalidad que a veces bordea el chirrido, a las que han colgado por ahí el adjetivo noventeras pero que yo remontaría algo más, porque creo que beben más bien del sano y fecundo rock alternativo americano de los 80. He visto que telonearon recientemente a Jon Spencer y me parece una atinada combinación, porque también en la música de Lupo Città late un corazón de rock clásico, antañón. El disco no rehúye pasajes más pausados, pero aquí vamos a darnos un grato bañito de electricidad con Shawano Pickup.