Si aceptamos que pueda existir algo así como un supergrupo subterráneo, la expresión nos vendrá al pelo para describir a The Martha’s Vineyard Ferries, un trío que reúne a miembros de otras bandas ilustrísimas pero minoritarias: el bajista es Bob Weston, de Shellac y Mission Of Burma; el batería es Chris Brokaw, de Come y Codeine, y el guitarrista es Elisha Wiesner, de Kahoots (vale, vale, a Kahoots no los conozco de nada). Se juntaron y no se les ocurrió mejor idea que bautizarse con ese nombre largo, feo y absurdo, solo porque Elisha vive en Martha’s Vineyard, la isla de Massachussetts donde se mató John John Kennedy. A Martha’s Vineyard se llega en ferry, y nuestros protagonistas salen a actuar ataviados con «una versión malvada y terrorífica de los uniformes oficiales» del barco en cuestión.
The Martha’s Vineyard Ferries editaron un primer EP hace tres años y vuelven ahora con una entrega de más aliento, un disco de siete canciones (¿lo llamamos miniálbum?) en el que se perciben ecos de Wire y de las bandas del sello Touch And Go. Destaca la melódica She’s A Fucking Angel (From Fucking Heaven), compuesta por el batería tras una conversación telefónica con su novia: colgó y, diez minutos después, ya tenía escrita esta cosa tan bonita.