The Courage Of Others, el álbum que publicaron Midlake en 2010, es uno de mis preferidos de aquellos años. Y, además, la banda texana es importante en mi casa por otras dos razones: por supuesto, ejercieron de acompañantes de John Grant en Queen Of Denmark, el magistral disco que lanzó aquel mismo año, pero es que además en 2011 se encargaron de una de mis entregas favoritas de la serie de recopilatorios Late Night Tales, para la que seleccionaron canciones maravillosas como aquella Happiness & Tears de Jan Duindam que apareció en su momento por esta sección. ¡Vaya temporadita tuvieron ahí Midlake! Y, de pronto, en 2012, su cantante y principal compositor, Tim Smith, anunció que dejaba el grupo y se convirtió en uno de los grandes desaparecidos de estos últimos años, con participaciones esporádicas en contados discos y solo un concierto, del colectivo Lost Horizons.
Pues bien, ahora ha completado por fin su debut en solitario, que en realidad no es tal porque va firmado como Harp, un proyecto que empezó siendo un simple seudónimo pero ahora incluye también a su señora esposa, Kathi Zung, que se encarga de la programación de ritmos. El disco se titula Albion, el nombre poético de Gran Bretaña, y tiene sentido porque a Smith le ha quedado una cosa tremendamente anglófila: aparecen por ahí versos de William Blake, referencias a castillos medievales de East Sussex y una portada y unas fotos promocionales en las que el propio Smith luce pinta de caballero inglés del medievo, pero la referencia que más llama la atención es la puramente musical y no se remonta tanto a siglos pasados. Resulta que, en el trabajoso y prolongado proceso de preparación de este disco, nuestro hombre se enganchó tardíamente al pop-rock británico de los 80: «Conocía a los grupos y había escuchado algunas canciones, pero nunca había profundizado en Joy Division, Cocteau Twins, The Smiths o Tears For Fears. El álbum más importante para mí fue Faith, de The Cure, que estuve escuchando sin parar durante tres años. Esa música resonó en mí y me condujo en otra dirección», ha explicado. Faith es uno de mis discos favoritos, claro, el más tristón de la famosa trilogía siniestra de otro Smith, Robert, y estoy seguro de que tirarse tres años escuchándolo tiene que dejar secuelas duraderas. El curioso resultado es algo así como si hubiesen contratado a los Cure de los primeros 80 (y, en otros momentos, a los Cocteau Twins) como banda de acompañamiento para un disco de melancólico folk-rock setentero. Vamos con el trono de ámbar, que parafrasea al mismísimo Blake.