A la trompetista –y vocalista cuando se tercia– Jaimie Branch la describen por ahí como jazz-punk, y me parece un término afortunado en el sentido de que esos dos términos, que a menudo interpretamos como casi opuestos, comparten en realidad un mismo espíritu: la libertad musical por encima de todo, por mucho que planteamientos adocenados y gregarios lleven a veces a la repetición de códigos más o menos agotados. La música de Branch es, ante todo, libre, y muchas veces aprovecha esa falta de condicionantes formales para lanzarse a esa búsqueda de la excitación, de la energía desbordada y contagiosa, a la que también aspira el punk bien entendido.
Branch, criada en Chicago y afincada en Nueva York, falleció hace algo más de un año, cuando tenía 39, pero ya había dejado grabado el que sería su álbum póstumo junto a su banda, Fly Or Die. Se titula Fly or Die Fly or Die Fly or Die ((world war)), nada menos, y lleva nueve temas en los que caben desde una versión de los Meat Puppets en clave de country austerísimo hasta ramalazos de calipso mutante o acelerones de hardcore-jazz (llamémoslo así) como este Take Over The World. «Jaimie quería que este álbum fuese fresco, imponente y lleno de vida, igual que era ella», han escrito sus tres compañeros de banda. Lo logró, desde luego.