A poco que sigan la actualidad, ya sabrán que Londres está embarcado en un año de ambiciosos eventos para celebrar el cuarenta aniversario del punk. Era de esperar que la cosa no iba a agradar a todo el mundo: al fin y al cabo, una conmemoración de este tipo puede interpretarse como la derrota definitiva de todo lo que significaba el punk, al menos en su vertiente político-social. Es el sistema festejando a sus enemigos, los políticos atravesándose un imperdible en la corbata, la Reina cantando Dios salve a los Sex Pistols. Pues bien, el refunfuñón ejército de quienes se oponen a la celebración ya tiene comandante en jefe, y es un tipo de ilustre pedigrí: se trata del hijo de Malcolm McLaren y Vivienne Westwood, Joe Corré, conocido sobre todo en su calidad de fundador de la firma de lencería Agent Provocateur. «Que la Reina dé su bendición oficial a 2016 como Año del Punk es la cosa más terrorífica que he oído jamás -ha escrito en un comunicado-. Más que un movimiento de cambio, el punk se ha convertido en una puta pieza de museo o en un grupo de tributo». Y ha anunciado su propio programa de celebraciones para el 26 de noviembre, cuando se cumple el aniversario exacto del lanzamiento de Anarchy In The UK: ese día, Corré llevará a Camden su colección de recuerdos del punk, valorada en unos cinco millones de libras, y le prenderá fuego.
Qué quieren que les diga: lo que más pena me da a mí de esta gran celebración es que me la voy a perder. A mí, por ejemplo, me parece estupendo (y me da bastante envidia) que una institución como la British Library exponga fanzines, flyers del Roxy, camisetas de cowboys con la minga al aire, carteles del Anarchy Tour o fotos de los Buzzcocks, por citar una parte de esta selección recogida por el Guardian. Aunque, si reducimos el punk a su denominador más pedestre, seguro que a Sid Vicious le habría parecido fatal: ¡a quién se le ocurre meterlo en una biblioteca!