Los suecos Wintergatan fueron canción de la semana en el blog allá por 2013, y aquel breve post destacaba su afición por los instrumentos desconcertantes: “En sus listados, el theremin está entre lo más normal”, apuntaba yo entonces, además de describir su música como una melodía sintonizada en sueños. Pues bien, los amigos de Wintergatan acaban de llevar al extremo esas características que los hacían inconfundibles: el líder de la banda, Martin Molin, a quien por algo apodan MacGyver, ha dedicado algo más de un año a construirse uno de los instrumentos más alucinantes de la historia, tan original en su funcionamiento que más parece mágico. Lo ha bautizado Marble Machine, es decir, la Máquina de Canicas, y viene a ser una caja de música colosal y compleja que funciona gracias a dos mil bolitas metálicas, que van impactando sobre un vibráfono, un bajo y otros cachivaches de hacer música. El intérprete, el propio Molin, maneja el artilugio con una manivela y varias palancas, que van encauzando la riada de canicas por distintas vías e imponiéndoles diversos patrones melódicos y rítmicos. Pero para qué me enrollo como un bobo, si lo que hay que hacer es ver una y otra vez esta maravilla.