Vamos a hacer un esfuerzo mental y proyectarnos más allá del día de Reyes, con estas seis convocatorias en seis salas distintas. Me ha quedado una selección rarilla, con predominio aplastante de los artistas nacionales y con algunos estilos poco habituales en estas propuestas mensuales, pero todo es sustancioso y bueno para el cuerpo. A ello.
Anari y Tulsa (Kafe Antzokia, día 15). El ciclo Izar & Star, en el que músicos vascos se miden con la obra de artistas ilustres, empieza el año con una cita doble muy prometedora. Anari se sale de la pauta habitual de estas convocatorias y dedicará su concierto a la clave de mi menor, lo que le permitirá adaptar algunos temas propios y versionar a referentes meditabundos como Low, Walkabouts y Nick Cave. Tulsa, en formación de quinteto con dos teclistas y la colaboración de Alfredo Niharra, revisitarán el Highway 61 Revisited de Dylan, con perdón por el chiste tontorrón. El propio organizador avanza que tal vez Anari y Miren Iza se canten algo juntas, así que la cosa se presenta probabilísima.
El Twanguero (Satélite T, días 16 y 17). Entre las menciones especiales que cerraban mi minilista de álbumes favoritos del año pasado aparecía el Pachuco de El Twanguero, sobrenombre del cotizado guitarrista valenciano Diego García. El disco me encantó pese a estar confeccionado con ingredientes que me son bastante ajenos: uno no es muy propenso a los latinismos, aunque también es verdad que El Twanguero aplica su conjuro revitalizador a estilos añejos que me resultan particularmente simpáticos, como el mambo o el chachachá. En directo, tiene pinta de lograr que me menee hasta yo.
Single (Alhóndiga, día 22). Mantengo una relación de amor-odio con el proyecto de Teresa Iturrioz e Ibon Errazkin, los señores de arriba, que unas veces me fascina y otras me horripila, pero supongo que eso tiene bastante que ver con las propias características de su música, una apuesta siempre arriesgada, heterodoxa y rabiosamente personal: no hay más que escuchar su disco del año pasado, un repertorio de dub que se abre con una larguísima versión del Amor… amar de Camilo Sesto. Y sí, ese corte en concreto es de los que me fascinan.
Los Gandules (Azkena, día 30). Vuelve el dúo aragonés, con sus versiones hilarantes, sus sillones para girar por el mundo sin cansarse, sus batas de andar por casa y esas coquetas pantuflas oficiales que tanto abrigan en invierno. Los Gandules son campeones de la pereza (sus incansables defensores, podríamos decir), leyendas cazurras de Pasapalabra y una máquina infalible a la hora de trasladar canciones populares al territorio del absurdo.
Star Trip (Cotton Club, día 30). Qué bonito es el álbum que sacó hace un par de meses este grupo valenciano, un caramelo de pop sesentero con letras en castellano capaz de volver locas a las personas más sensibles a ese estilo. Star Trip son miembros de pleno derecho de la admirable estirpe Big Star-Teenage Fanclub, aunque canciones como esta deberían gustar también a los fans menos cuadriculados de Los Planetas.
Peter Pan Speedrock (Edaska, día 31). Un par de décadas llevan ya estos devotos holandeses de San Lemmy entregados al rock duro, directo y grasiento, con una sucesión de riffs directos al estómago que no entienden de evolución, de sofisticaciones ni de sentimentalismos. “Ruidoso, simple, rápido y sucio”, según su propio resumen. El concierto en la sala baracaldesa forma parte de su gira de despedida, última oportunidad de ver “al grupo que toca más alto de los Países Bajos”.
¿Qué tal un poco de Rockabilly mambo con El Twanguero?