Por ahora no hay más información que un breve tuit del Ayuntamiento de Burlada: “Fallece en Burlada Josetxo Ezponda, carismático líder de Los Bichos”. La noticia me ha dejado hecho polvo, porque Josetxo siempre ha formado parte de mi altarcillo de ídolos, ese puñado de músicos a los que admiro de manera intensa, adolescente, quizá un poco tonta. Para mí, ya lo he dicho alguna vez, Los Bichos son el mejor grupo que ha habido en España, aunque también admito que ese juicio tajante está contaminado de experiencias biográficas: su eclosión me pilló estudiando en Pamplona, y Josetxo era una presencia constante en mis locales favoritos, con su aspecto de animal nocturno, deslumbrante y huidizo a la vez. Resulta casi inevitable tirar de dicotomías para hablar del personaje, luminoso y canalla, ensordecedor y tierno, dios y bicho, turbio cóctel de brillantina y serrín de bar. Nunca he experimentado de manera más nítida la sensación de encontrarme a pocos pasos de una auténtica estrella de rock, como si el espíritu de los grandes se hubiese condensado de pronto en el cuerpo delgaducho de aquel tipo de Burlada. Y, en concierto, su presencia se volvía arrolladora, mágica, magnética, brutal.
Claro que, cuando hago el esfuerzo de distanciarme de aquellos recuerdos, los dos álbumes de Los Bichos siguen pareciéndome lo mejor que se ha hecho por aquí. Yo era de esos fans que esperaban, con más fe que confianza, que algún día Josetxo iba a regresar con un disco nuevo. Y ya ven, aquí estamos despidiéndole con Verano muerto, su canción con más éxito popular y la única de la que tenemos una actuación televisiva. Ay…