Las ediciones de lujo suelen inspirarme una lujosa indiferencia. Eso de coger un disco y convertirlo en triple, cuádruple o quíntuple a base de añadirle contenido que, en su momento, no se consideró digno me parece una estrategia comercial un poco sospechosa, aunque también es verdad que nunca he sido víctima del completismo, ese virus que lleva a los afectados a sentirse insatisfechos si no tienen la grabación de aquella vez que su ídolo estornudó en el estudio. Aun así, no he podido evitar ponerme contento al ver que uno de mis discos favoritos recupera un poco de presencia pública gracias a una maniobra de este tipo: Disintegration, la obra maestra de los Cure, se editará el 25 de mayo en versión triple. Aparte del álbum remasterizado, habrá un segundo cedé con tomas alternativas y cuatro inéditos -el más intrigante, una versión del Pirate Ships de Judy Collins que Robert Smith grabó en solitario para el recopilatorio Rubáiyát, pero que finalmente quedó fuera- y un tercer compacto con el directo Entreat remezclado y ampliado.
Me ha gustado la opinión de Stuart Braithwaite, de Mogwai, que incluye la nota de prensa: «Disintegration, de los Cure, es uno de los discos más grandes de todos los tiempos. Contiene una emoción que muy pocas grabaciones pueden presumir de tener y surge totalmente de un universo propio, inmune a los contextos o a la moda. No puedo imaginarme a los miembros de la banda en una habitación tocando estos temas por primera vez, es como si estas canciones siempre hubiesen existido». A mí en esto me afecta el sentimentalismo -otro virus que sí me pega fuerte-, pero también escucho siempre Plainsong, tan sencilla y tan extraordinaria, como si viniese de otro mundo.