Me van a perdonar que no sea muy entusiasta del rock español reciente. Ya sé que estas generalizaciones ponen en evidencia a quien las hace, porque no dudo que habrá cantidad de bandas buenísimas que ni siquiera conozco, pero se lo digo sin pretensiones de hacer un balance cultural exhaustivo. Es simplemente una experiencia personal: pocos grupos me atrapan en una primera escucha igual que hizo, sin necesidad de remontarnos a la prehistoria, gente como Lagartija Nick, Surfin’ Bichos, Los Bichos e incluso Penelope Trip. Me llamarán cafre, insensible, imbécil, pero he pasado por mantarays, migalas y otras delicatessen con un interés difuso, sin sentir ese pellizco que te convierte en seguidor. ¿Es preocupante?
Quizá por eso me alegro tanto cuando me engancha un grupo español del que no tenía pistas. Me ocurrió ayer con Triángulo de Amor Bizarro, unos chicos de Coruña para quienes vale todo lo que dije hace un par de semanas de Psychic Ills, porque también chupan hasta hartarse del rock ruidoso británico de los ochenta, al que los gallegos añaden una dosis importante de Surfin’ Bichos en la manera de cantar. El nombre es un espanto, una bizarra traducción del ‘Bizarre Love Triangle’ de New Order (qué canción tan buena) capaz de disuadir a cualquiera, pero les aseguro que hay por ahí bautismos mucho peores. Además, lo que importa es la música, que suena viva y no como un regurgitado de referencias chic. No me voy a enredar en más descripciones, porque pueden bajarse su maqueta enterita aquí y ponerme a parir si no les gusta.