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El rock del Sahara

Sé que voy a soltar un prejuicio bien gordo, pero a bote pronto uno no se imaginaba a los tuareg haciendo música con instrumentos eléctricos. De hecho, en una actitud que refuerza la imagen preconcebida, a los grupos de rock tuareg parece gustarles mucho retratarse en medio de la inmensidad arenosa del Sahara, allí donde escasean el agua, la vida vegetal y los enchufes para los amplis, es decir, en un entorno donde la música electrificada se complica bastante. Pero bueno, supongo que son pequeñas servidumbres del márketing: también gente como los metaleros Immortal suele aparecer tocando en picos nevados y escarpados fiordos, sin que se vea en kilómetros ningún tendido de la Iberdrola noruega. En definitiva, el caso es que los generadores existen y el rock tuareg goza de una salud vigorosa, aunque hasta hace un mes o así yo sólo conocía a Tinariwen, las estrellas del género, un grupo de atractiva biografía -cuentan que su líder encabezó a principios de los 90 una revuelta armada contra el Gobierno de Mali- que ha ido adquiriendo un perfil un tanto escamante y menos rebelde, con hitos como telonear a los Stones o compartir escenario con Santana o Robert Plant. Lo que oí en su momento de Tinariwen me resultó curiosillo, pero tampoco me interesó demasiado. Por eso me sorprende haberme enganchado ahora a otra banda tuareg, el grupo Inerane, de Níger, con un disco editado en el sello estadounidense Sublime Frequencies. Su música es hipnótica, repetitiva, con batería y guitarras, pero también con recursos más primitivos como las palmas, y está puntuada una y otra vez por los característicos… hummm… irrintzis de las mujeres. Alucinantes. Véanlos en acción, radiantes de felicidad y poseídos por el ritmo, durante el primer minuto y 51 segundos de este vídeo. Y, de propina, echen un ojo a las coreografías de este otro grupo, Imawalane, porque a lo mejor les interesa reproducirlas en su próximo party.

Por cierto, a lo mejor les enseñaron en la escuela, como a mí, que tuareg es plural y en singular se debe decir targui, pero parece que a la Academia no le importa mucho esta sutileza.

Por Carlos Benito

Sobre el autor

Periodista de El Correo. Nací en Logroño, estudié en Pamplona, vivo y trabajo en Bilbao.


octubre 2007
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