La muerte del actor alemán Ulrich Mühe me ha apenado mucho más de lo esperable. Como la mayoría de la gente fuera de su país, yo sólo lo conocía de un papel: el capitán de la Stasi que protagoniza La vida de los otros, Oscar a la mejor película en lengua extranjera y uno de los filmes que más me han gustado en los últimos años. Y creo que el efecto que me ha causado su fallecimiento -a los 54, de un cáncer de estómago- se debe precisamente a esa identificación con un solo personaje, que me ha llevado a investir al actor con las características del agente secreto, un idealista desengañado que protagoniza una heroicidad anónima. Uno querría que al capitán Wiesler le pasara algo muy bueno, una compensación que le alegrase los ojos, pero sabe que una muerte temprana parece mucho más probable en esa parte del guión que queda sin escribir.
Los despachos de agencia cuentan hoy que Mühe era muy conocido en Alemania por su papel de forense en una serie de televisión. El actor había nacido en el Este, y se da la circunstancia de que su primera esposa, actriz, trabajó para la policía secreta de la RDA, en un curioso paralelismo con la trama de la película. Cuando preguntaron a Mühe cómo se había preparado para interpretar a un agente en el mundo opresivo y miserable del Berlín comunista, su respuesta tuvo una concisión demoledora que también encajaría en el personaje: «Simplemente me acordé».