>

Blogs

Evadidos

Memento mori

Esto empieza a parecer una Sodoma bloguera, en la que Divergencias habla sobre las Spice Girls y Evadidos, sobre libros. Si no les gusta, qué le vamos a hacer, múdense a Gomorra y veremos qué tal. En fin, que me había llevado tres novelas para mi fase playera de las vacaciones: Crónica de piedra, de Ismail Kadaré, a quien espero que concedan alguna vez los premios a los que siempre es candidato; Delicioso suicidio en grupo, de Arto Paasilinna, y Amrita, de Banana Yoshimoto. Lo de las nacionalidades anómalas de los autores (albanés, finlandés y japonesa) no era por hacerme el interesante ante las turistas, porque ya superé la edad en la que se piensa que la culturilla puede obrar algún milagro, sino simple casualidad. De todas formas, a los dos días ya estaba aburrido de mi selección y necesitaba imperiosamente la que considero lectura ideal del verano: novela negra, a la vez desintoxicante y adictiva.

La librería del pueblo sólo tenía a Henning Mankell. Yo trabajo en un ambiente mankellófilo, porque mi compañera más cercana es bastante, muy, extremadamente devota del autor sueco (hola, Teresa), y quizá sea mi afición por llevar la contraria lo que me había distanciado de sus obras. Sin embargo, empujado por la necesidad, me compré El regreso del profesor de baile, que me brindó una intensa felicidad y me ha hecho claudicar en mi boba resistencia. Pero, claro, necesitaba más, porque después de eso no se puede volver a las payasadas de Banana, y entonces ocurrió el feliz prodigio: en el escaparate de la librería había aparecido El ángel negro, quinta novela de John Connolly, por quien profeso una rendida admiración desde que la compañera mankellófila me descubrió el primer volumen de la serie del detective Parker (gracias, Teresa). Ya lo he contado aquí alguna vez, pero suelo insistir hasta que la gente se rinde por aburrimiento: cómo me gusta lo que hace este hombre. Supongo que su novela negra con tintes sobrenaturales nunca ha cotizado muy alto en los cenáculos de la alta literatura y, ciertamente, la cosa no va a mejorar con esta obra recién editada por Tusquets, que viene a ser la versión mejorada de los thrillers de ocultismo histórico: hay esculturas fabricadas con restos humanos -el osario checo de Sedlec, del que ven un detalle en la foto, es un escenario importante-, leyendas sobre ángeles caídos, presuntos diablos sibaritas que sorben últimos alientos y, en general, una presencia más acusada de lo ultraterreno que en su producción anterior, donde siempre quedaba abierta la vía de escape de atribuir todo a la imaginación de los personajes. Pero yo, desde luego, les recomiendo a Connolly una vez más, siempre que les atraiga la idea de unos relatos oscurísimos donde la mayoría palma y el resto sobrevive al precio de arrastrar una carga de sufrimiento devastador y tortura íntima. Eso sí, mejor empiecen por la primera aventura de Parker, bellamente titulada ‘Todo lo que muere’.

Por Carlos Benito

Sobre el autor

Periodista de El Correo. Nací en Logroño, estudié en Pamplona, vivo y trabajo en Bilbao.


julio 2007
MTWTFSS
      1
2345678
9101112131415
16171819202122
23242526272829
3031