En esto de la música, la adolescencia y la primera juventud suelen dejarnos marcados. Hay gente que se pasa el resto de su vida escuchando la banda sonora de sus años mozos, sea el Dúo Dinámico, Leño, Hombres G, Dire Straits o Nirvana, por hacer varias catas caprichosas en la línea del tiempo. Y no hablo de una escucha nostálgica, sino de la simple falta de necesidad de incorporar ningún nombre nuevo a su canon ya cerrado. Otros seguimos buscando e intentamos mantenernos al tanto de la actualidad musical, aunque eso nos valga un fracaso seguro y cierta desazón íntima: de vez en cuando encontraremos cosas que nos gusten, pero tengo la sensación de que nunca nos llenarán tanto como aquellos elepés de los quince o los veinte años. Con perdón por el yoísmo, me temo que nunca tendré otro Disintegration, ni otro Unknown Pleasures, ni otro Hatful Of Hollow, ni otro Fun House, ni siquiera -me remonto unos años más- otro Crises que se convierta durante una temporada en ingrediente esencial de mi mundo.

Y, aunque les parezca mentira, este súbito ataque de melancolía realista se debe a que estoy contentísimo, porque el nuevo álbum de Lagartija Nick -uno de mis grupos de entonces– me parece estupendo. Estoy ultracontento, por decirlo a su estilo. Se llama El shock de Leia, supone un retorno a sus orígenes más rockeros sin renunciar a la vocación exploradora y trae una canción que… arrolla con todo, como una interpretación del power pop a lo Lagartija. Se titula 20 versiones y, por fortuna, pueden escucharla aquí.