Pues eso, que el que no sabe de música en estos tiempos es porque no quiere. A lo mejor ya están siguiendo ustedes el blog Discos Ocultos, que ha emprendido la ambiciosa tarea de ofrecer los 350 álbumes recogidos en el libro homónimo de Juan Vitoria. No sé si la descarga gratuita va a hundir la economía de todos esos artistas, o sí les dolerá tanto como si les afanasen el coche, pero tengo claro que está logrando una difusión de estas obras inimaginable hasta ahora, que muchos de ellos habrían apoyado sin dudar en su idealista juventud. En fin, a lo que iba: Discos Ocultos va ya por el álbum 166 y los últimos han sido elepés de los Faces, Crazy Horse, los Dependables y Help Yourself, grupos de los que ignoro respectivamente casi todo, bastante y, en los dos últimos casos, cualquier noticia de su existencia. Si nos hubiesen dado esto en aquella época en la que atesorábamos fascículos, nos habría estallado el área cerebral que alberga la felicidad.
Y, por cierto, últimamente estoy repasando un disco no ya oculto, sino indefectiblemente perdido. He rescatado de mi estantería, a la que cada vez acudo menos, el cedé que editó hace diez años el grupo vizcaíno Parole, al que ven o medio ven en la foto. Se titula Termostato y se asienta en un terreno muy personal que podría limitar musicalmente con Fugazi y líricamente con Corcobado, por proponer dos referencias a buen seguro erradas. Eran muy buenos y debería haberles ido mejor, sobre todo en esta tierra donde Shellac reúnen a varios cientos de personas. Ejem.