Se ha acabado la Semana Santa, un momento del año en el que a mucha gente le da por hacer cosas muy raras. Como siempre, los telediarios se han llenado de penitentes con capirote, cofrades que lloran porque llueve, devotos que también se deshacen en llanto al ver una imagen de madera que está siempre en su ciudad, flagelantes que se revientan las ampollas con vidrios y turistas que se van a Benidorm aunque haga malo.Coincido con Coca en apreciar la belleza de las procesiones, pero creo que en parte es porque me resultan radicalmente extrañas -¿por qué lo hacen, qué tiene que ver ese culto con la religión del amor que enseñan en la catequesis?- y un poco angustiosas. Pero, en fin, más boquiabierto me deja lo que han montado en Manchester, un “relato contemporáneo de las últimas horas de Jesús a través de la música de la ciudad”, tal como describe el Ayuntamiento. En la Manchester Passion, que así se llamaba el evento, Cristo organizaba la Última Cena en una hamburguesería ambulante y cantaba a sus discípulos ‘Love Will Tear Us Apart’, de Joy Division. Además, el protagonista entonaba hits como el ‘Blue Monday’ de New Order, a dúo con Judas, y el ‘Wonderwall’ de Oasis, compartido con Poncio Pilatos. Claro que lo que más me ha gustado, por el acertado aprovechamiento de los títulos, es el empleo de ‘Heaven Knows I’m Miserable Now’, de los Smiths, a cargo del traidor Judas, y de la inevitable ‘I Am The Resurrection’ de Stone Roses (en la foto), de la que se encargaba Pedro. Después de esto, hasta los picaos de San Vicente de la Sonsierra me parecen señores de lo más normal.