Muniain empalmó el balón con garra, dándose la vuelta, y lo mandó a la red con furia. Luego cabalgó hacia el córner sin creérselo. Se tapó la cara con las manos y se lanzó al suelo. 0-2. Corría el minuto 72 y el Athletic pasaba de ronda. Le bastaba el resultado incluso con un gol del rival (y éste llegaría en el descuento de botas de Frimpong). Tiene sólo 16 años y acaba de abrir las puertas de Europa. Atesora también un juego dotado de desparpajo y habilidad, que huele a fresco, a futuro.
Aquella imagen fue lo mejor de un partido, por fin, ilusionante. El Athletic volvió a tomarse el choque con seriedad, a pesar de las fechas. Lo contrario que en la ida. Marcó Llorente un golazo de los suyos entrando desde atrás. Un cabezazo espléndido que nos acercaba a la siguiente ronda. Costó que llegara el segundo tanto, el Athletic dejó el partido a medio cocer y se corría el peligro de acabar en la prórroga por inercia. No hizo falta. Muniain salvó las trastos, y quizá el signo de la temporada, antes de correr hacia el córner de la gloria.