Ganó el Athletic sin convencer a la parroquia. Son tres puntos que nos alejan de la quema en una jornada en la que el Recreativo se ha impuesto al Espanyol y el Deportivo ha arañado un punto. En pocas jornadas puede romperse definitivamente la clasificación y configurarse el pelotón de los torpes, que este año no está tan claro como el pasado. El Levante es el único desahuciado y hoy no ha sido fácil ganarle. Dice Caparrós -y yo creo que no era el día para recordarlo- que “todos están muy igualados”. Hoy nos ha faltado eso, demostrar una superioridad que es exigible con un colista al que el penúltimo le saca diez puntos. Contra ese equipo, y no otro, ha sido contra quien ha parecido que sólo existía el recurso de las jugadas a balón parado botadas por Yeste para que rematara Del Horno o Amorebieta. Es grave esta ausencia de juego ante el Levante y nos hace dudar de si éste es el mismo equipo que se impuso en Copa al Espanyol o que goleó al Valencia en Liga.
Se preveía un partido feo, envuelto en la polémica provocada por la salida nocturna de tres jugadores y con dos de ellos que necesitaban reivindicarse. Yeste buscaba con insistencia a Del Horno, que salió de titular, para lograr un gol que les diera el beneplácito de la grada. No llegó. Y el de Basauri se fue entre pitos y aplausos al ser sustituido.
El gol de Llorente a placer tras un gran pase de Aduriz inyecta tranquilidad pero no hace olvidar que el Athletic no llega a funcionar, el once en el que se confía de manera plena no convence. Y se va recortando el margen de maniobra. Es la de hoy una victoria que sabe a poco.