El partido de ayer entre Athletic y Zaragoza, pese a tener un dominador claro en el equipo local, pudo haber acabado de cualquier manera. Los maños, pese a jugar mejor, no lograron sentenciar un encuentro en el que los de Caparrós notaron el cansancio de la Copa. Una novedad, en mi opinión inesperada, fue la titularidad de Armando en la meta rojiblanca. Denota la absoluta falta de confianza de Joaquín Caparrós en Aranzubia. La mayoría creíamos que el riojano aún jugaría algún partido más como titular y que perdería ese estatus progresivamente. Que Armando sea ya el portero del Athletic tiene algo de imprevisión. No olvidemos que Unai Alba y Lafuente han abandonado el equipo hace sólo unos meses. El guardameta de Sopelana debutó con un buen partido. Poco pudo hacer en el gol, metió una mano que desvió a la cruceta un disparo de Milito y se mostró algo revolucionado en un par de salidas. Estuvo algo más flojo con el pie.
En el otro lado, Oliveira –cuya suma de tantos y la de Milito es superior a la del Athletic en su conjunto- hizo honor a su estadística. La jugada del gol fue brillantemente trenzada, de tiralíneas, y sorprendió con tres pases medidos a la defensa rojiblanca. La primera parte del Athletic fue para olvidar. En la segunda, los de Caparrós atacaron algo más, vimos un par de rechaces con peligro de Yeste y Garmendia, y el equipo rubricó su habitual último tramo a la desesperada, pero sin fortuna. Cerrado el mercado de invierno, sigue echándose en falta –como el comer- una referencia en ataque.
El partido desembocó con la pueril juega en la que Ocio forzó su propia expulsión. Tres veces ha tomado el central en esta Liga el camino de vestuarios antes de tiempo. Es el jugador más expulsado de la competición. Es evidente que eso debería hacerle pensar. No es el único. El equipo vuelve a estar empatado a puntos con el descenso, en vísperas de la llegada del desahuciado Levante. Un partido de cardíaco recuerdo para la parroquia rojiblanca.