La clave del encuentro de ayer no creo que sea que Gabilondo, por dos veces, y Amorebieta, sólo con el portero, fallaran en los últimos segundos del partido contra el Mallorca. No creo que sea que el campo estaba, según parece, algo duro por el calor, a pesar de haber sido regado generosamente. Quizá forme parte de la explicación del 1-2 la tarjeta amarilla que condicionó el juego de Garmendia, la pérdida de la banda derecha –auténtico pulmón de los últimos partidos- en las botas de un Susaeta tocado y bien cubierto por Fernando Navarro y el rendimiento renqueante de Yeste y Etxeberria, que salían de sendas lesiones. Con esos mimbres, el Athletic perdió la posesión del balón y Gregorio Manzano volvió a recordar que tiene la llave de cómo ganar en San Mamés. Caparrós intentó reaccionar y devolvió a Murillo y a Gurpegui a sus posiciones naturales pero quizá era demasiado tarde. El Athletic jugó un partido pobre ante un rival que actuó con oficio. Fue superior el Mallorca que se impuso ayer. Poco positivo podríamos arrancar de ese encuentro si no fuera por el regreso a los campos de ese navarro humilde y silencioso que es Carlos Gurpegui y que ayer recibió el gran homenaje de la afición en su casa.