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Saciados de gol

El Athletic invitó ayer a un banquete de goles a su afición. Un Valencia desfigurado –al que también se ganó 0-3 en Mestalla en la primera vuelta- ejerció de convidado de piedra en la escenificación del final de un viaje por el desierto de poco menos de tres años. Ayer, San Mamés volvió a disfrutar del fútbol. Los locales derramaron sus ansias de gol durante los 90 minutos y los de Koeman se quedan a horas de cambiar de nombre propio.

Si un jugador destacó especialmente en la primera parte, ese fue Javi Martínez. Si alguien lo hizo en la segunda, fue Llorente. El navarro encandiló a una afición que ha llegado a admirar ese coraje noble que despliega y ayer se convirtió una noche más en el pulmón del equipo en la primera mitad. Un Yeste tocado desde los primeros minutos se esforzó por estar a la altura. Javi Martínez abrió el marcador y el Athletic no tuvo problemas para mantener su ventaja al descanso.

Koeman, sabedor de lo que la derrota podría significar, puso en el campo a Morientes y a Joaquín. Tras cinco minutos con los ‘ches’ mostrando otra cara, Fernando Llorente marcó un golazo de habilidad, rapidez y astucia que le abría las puertas de su gran noche. Finiquitados dos tercios del partido, el resultado de 2-0 brillaba especialmente en el marcador. Parecía una renta suficiente, pero el Athletic tenía hambre de gol. Y quería devolver parte de lo que ha recibido de su bendita parroquia en estos últimos tres años. Llorente marcó el tercero en el minuto 66 y desató el delirio. En el minuto 72 fue despedido con el público en pie y una atronadora ovación que el riojano agradeció durante todo su camino hacia la banda. Había creado ocasiones, regalado pases, disparado con acierto y todo lo que se le puede pedir a un delantero. San Mamés, a diferencia de aquellos tiempos en que recibió alguna pitada – que hoy parece alejarse siglos en el tiempo- , opinó ayer con unanimidad.

Luego llegó el ‘Koeman quédate’, que es una muestra de sorna que a la mayoría le arrancaba una sonrisa. Un punto de gracia, mire usted, que hemos sufrido mucho. Menos comprensibles son los gritos dolorosos de ‘A segunda’, que pronto fueron puestos en su lugar con música de viento. No estamos tan lejos para empezar a pecar de soberbia. El Valencia marcó el 3-1 pero ni siquiera entonces nos asaltaron las dudas. El Athletic siguió atacando, rindiendo a un altísimo nivel, trenzando algunas jugadas maravillosas y encandilando a la grada. Así llegó el cuarto, firmado con rabia por Iraola. Aduriz se mostró picado por una fiesta a la que fue invitado tarde y se mostró combativo y acertado. Recibió su premio con el quinto gol de la tarde en un espléndido cabezazo tras un pase de Etxeberria, que jugó también un gran partido. San Mamés se sumergió en la fiesta. Hacía nueve años que el Athletic no marcaba cinco goles en casa. Pero ahora sabía mucho más de la mezcla de sudor y lágrimas con la que se construye cada tanto.

Por Jesús J. Hernández

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