Deja el fin de semana algunos memorables momentos de felicidad. La segunda victoria consecutiva del Athletic –que, paradójicamente, es la primera de la temporada-, y ver el descenso a cinco puntos. Esas dos alegrías tienen mucho que ver con otros instantes de lucidez que el Athletic tuvo en el Vicente Calderón. Un papel inolvidable juega la maravillosa jugada firmada por Javi Martínez. Robó la pelota cerca del área pequeña de Armando, la condujo con casta y calidad tres cuartos de campo y la cedió a Susaeta, que había sido uno de los pocos en buscar un ‘plan B’ para la escapada del navarro, que se había dejado la piel y había driblado a tres rivales y traía otro en la popa. Qué brillantez. Jugadas de esas que ya casi no se ven.
Pero hubo más instantes de esos que cambian un partido. Debemos resaltar, sin duda, la parada de Armando en los minutos finales: una estirada que vale dos puntos. El punto de astucia aportado por Llorente en el segundo gol, muy discutido pero que aún no tengo claro si es fuera de juego pese a ver repetida la jugada. Yo diría que están en línea y el cambio de color del césped en esa zona parece respaldarlo. Las jugadas que no tiene duda, en mi opinión, son el penalti cometido por Pablo sobre Aduriz (roja y penalti, para más señas) y el derribo de Yeste a Luis García, que también debió ser señalado.
Todo ello, junto a la expulsión de Raúl García, condujo al equipo de Caparrós hasta un tramo final, generoso en nerviosismo, en el que supo mantener el resultado. El pitido final retrataba el último momento feliz y el fútbol está hecho de ellos. El Athletic, ayer, atesoró muchos más que el Atlético.