Ayer se impuso la lógica en Sevilla. Al Athletic le ‘barrieron’ del partido tras aguantar con acierto en la primera parte. Lo previsible, en estos tiempos sombríos, era la derrota porque los andaluces son un equipo con mayor calidad, infinitamente mejor situados en la tabla y el Sánchez Pizjuán un campo estadísticamente nada favorable a los intereses rojiblancos. Poco puso de su parte un Athletic que sólo amagó con hacerse con la victoria en un remate al poste de Etxeberria en un contragolpe. Desde el primer gol sevillista, se mostró impotente.
No me ha gustado que Mané escoja la rueda de prensa posterior al partido para denunciar una campaña anti-Athletic. Cuando uno cae derrotado con la rotundidad con que lo hizo el equipo vizcaíno, no debe buscar excusas. Con sinceridad, no veo el fuera de juego en esos dos primeros goles. Puede haber lo que antes se llamaba un fuera de juego ‘posicional’, que no interfiere en la jugada y que ya no se señala. Esa jugada es un buen ejemplo. Hablar en ella del fuera de juego y no del error de Lafuente al no guarecer el palo corto es ponerse una venda en los ojos.
La situación clasificatoria tras los temidos choques con Valencia y Sevilla es complicada pero no tan grave como podíamos temer. Surge un nuevo peligro en el horizonte: la Real está ya a tan sólo tres puntos de la salvación. El Athletic tiene dos de ventaja sobre Celta y Levante pero mientras veo al segundo cada vez con más opciones de acabar en la división de plata, me resisto a pensar que lo gallegos correrán la misma suerte. La próxima semana, el Real Madrid visita San Mamés. Sorprender en casa a los blancos -con el campo medio vacío por el precio de las entradas- nos daría un mínimo pero fundamental colchón para afrontar el último ‘sprint’ liguero.