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El córner

Ambición y suerte

El Athletic contó ayer con dos bazas que le habían sido adversas hasta la fecha: ambición y suerte. Vimos un equipo ambicioso que buscó la meta rival sin especular con el resultado, algo que históricamente no hacen bien los rojiblancos. Contó con la suerte de cara en -al menos- dos de los goles: el primero y el cuarto de la tarde. Mané ha lavado la cara del Athletic en estas dos semanas y dibuja en el césped a un equipo con mayor capacidad ofensiva aunque lastrado por viejos errores defensivos.

Decía Urzaiz la pasada semana en una oportuna entrevista concedida a este periódico que el Athletic necesitaba que él volviera a marcar. Ayer se mostró espléndido. Creo que Mané decidió sustituirlo, amén de porque estaba derrengado, para que San Mamés reforzara la confianza del punta navarro con la ovación que bien había merecido. Y es que ante el Recreativo, el Athletic recuperó la confianza en sus posibilidades. Pudimos ver al fin a jugadores ‘gustándose’. Valgan un par de ejemplos: el doble regate de Iraola para sacar jugado el balón que levantó aplausos al final del partido y el joven Garmendia, reclamando el balón con las manos en alto. Esa seguridad es la que tanto hemos echado en falta.

Pero además, hubo suerte. El ‘equipo revelación’ se descompuso tras el garrafal error defensivo que les costó el primer gol nada más comenzar el partido. Marcaron en el minuto 54 y cinco minutos después recibieron un nuevo jarro de agua fría. Y acabaron con diez jugadores por lesión. Si debiera quedarme con un sólo aspecto determinante no elegiría la suerte sino la ambición. Al fin y al cabo, también recibimos un gol en propia meta y Gabilondo estrelló en la cruceta un balón que, de haber entrado, hoy estaría en todos los resúmenes. En fin. Cambia de cara el Athletic. Y Vizcaya entera con él.

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Por Jesús J. Hernández

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diciembre 2006
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