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Manu Arregi Biziola

El navegante

El punto ciego: la explicación

A los que no conocierais la existencia del punto ciego del ojo, supongo que os habrá sorprendido la desaparición de un punto tan grande que mostrábamos en la entrada anterior. Si giráramos la imagen 180º, veríamos que lo mismo sucede en el otro ojo. ¿Por qué?

Podríamos decir que este experimento pone en evidencia uno de los “errores” de la evolución. Si realmente fuéramos producto de un dios, argumentan, ¿no se habría tomado la molestia de hacernos “bien”?

Nuestro ojo funciona de manera similar a una cámara fotográfica. Entra la luz por un orificio llamado pupila (diafragma en fotografía), tenemos una lente de curvatura moldeable, llamada cristalino (el objetivo de la cámara) que, si el funcionamiento es correcto, enfoca la imagen que observamos en la retina, la parte posterior del ojo (lo que sería la película, antiguamente, sensores electrónicos en la actualidad).

En esta retina se encuentran los fotoreceptores de nuestro ojo: bastones y conos. Por toda la retina salvo en el lugar que ocupa el nervio óptico. Este nervio es el que se encarga de enviar la información a nuestro cerebro. Información que hay que “interpretar”, pues la imagen que se forma en nuestra retina, al igual que sucede en las cámaras fotográficas, está invertida.

Ahí tenemos el problema. Este nervio óptico, en lugar de partir de la parte posterior del ojo, lo hace desde la misma retina, dando lugar a una zona sin foto receptores: el punto ciego. Este punto ciego, como hemos podido comprobar, no es central, sino que lo tenemos ladeado. Lo vemos en la siguiente imagen, tomada de este artículo publicado en Astrocantabria.

Los ojos de otros animales nos muestran que el de nuestro ojo no es el diseño “correcto”. Los ojos de los pulpos, por ejemplo, no tienen punto ciego. El nervio óptico parte, digamos que correctamente, de la parte postrior del ojo, existiendo fotoreceptores por toda la retina.

Izquierda, ojo de vertebrado. Derecha, ojo de pulpo. Fuente: wikipedia

¿Por qué no nos damos cuenta de la existencia del punto ciego? Porque, por una parte, vemos con dos ojos y los puntos ciegos de cada ojo no coinciden. No existen puntos ciegos en visión binocular. Y,por otra parte, como hemos comprobado, el cerebro se ocupa de “rellenar” ese hueco con la información del resto de la imagen que ve. En nuestro caso, lo rellena de blanco. Si lo hacemos sobre un fondo verde, lo rellena de verde.

¿Queréis probar algo realmente sorprendente? Probad a hacer lo que hago yo con mis alumnos en clase. Colocad a dos personas de un altura similar delante de una pared. Colocaros en frente de uno de ellos, el de la izquierda, por ejemplo, cerrad el ojo izquierdo y mirad su cabeza con el derecho. Si vais caminando hacia atras, vereis que en un punto dado, la persona de la derecha ¡no tiene cabeza!

Si queréis rizar el rizo, colocaos entre ambos, caminad hacia atrás y veréis que, desde un lugar concreto, cerrando un ojo y otro vereis desaparecer las cabezas de una u otra persona. Curioso.

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