Publicamos hoy la crónica de tres noches de observación dedicadas a dibujar M33, la galaxia del Triangulo, el objeto más lejano visible a simple vista (tenemos, para ello, que tener cielo muy oscuro), situado a casi 3 millones de años luz de nosotros. El autor es Ángel L. Huelmo y ya pasó por este blog en ocasiones anteriores. Lo tenemos en la imagen, junto a su imponente telescopio de 61 cm, al que bautizó con el nombre de Arp. Ángel es uno de los observadores más metódicos que conozco y su elato nos acercará un poco más a la observación astronómica, en la modalidad de observación para dibujo. Se trata de una adaptación (con ligeros retoques) de un mensaje publicado por Ángel en la lista de correo AstronomíaVisual. El dibujo, resultado de estas tres noches de observación, lo colocamos al final de la crónica. Espero que os guste.
“Últimamente paso todo el día en el trabajo. Felizmente, el cambio de hora me ha venido genial. Ahora cuando salgo de trabajar el cielo ya está oscuro. Así que he vuelto a meter el telescopio en el coche, y puedo salir directo del curro al lugar de observación, pasar un rato bajo el cielo, y volver a casa a tiempo para dormir lo suficiente.(1) Telescopio de 61 cm de aperturaAsí he podido enlazar tres noches de observación.
El tiempo disponible es limitado, de modo que he salido siempre con un plan de observación definido. Estos días los he dedicado a dibujar M33, un objetivo que llevaba pendiente mucho tiempo, desde el año pasado. La idea era hacerlo con el 61 (1), pero por exigencias del guión, ha tenido que ser con el 40 (2). Es una lástima. Cuanto más uso el 40, más añoro el 60. No es lo mismo. El agravio comparativo es permanente cuando has observado 256 horas con un telescopio de 60 cms de diámetro. La aperturitis es una enfermedad sin vuelta atrás, y si te ves obligado a hacerlo, como yo ahora, produce frustración. Pero bueno, es lo que hay, y habrá que disfrutarlo.
La primera noche fué mala en muchos sentidos.
El lechuguímetro (3) marcaba 21.2, y había algunos cirros tocando las narices. El seeing era nefasto con estrellas algo borrosas aún con sólo 160x. De todos modos, la galaxia en el Ethos 13 se mostraba razonablemente bien. Dediqué aproximadamente media hora a familiarizarme con ella antes de pasar a dibujarla. Me parece una fase crítica de la observación. Es en esta primera media hora cuando uno identifica los detalles principales, empieza a sacar detalles débiles y “comprende” lo que está viendo. Esa media hora sin despegar el ojo del ocular y sin linternas es la más importante a mi juicio.
Lamentablemente, la observación acabó cuando iba a agarrar el lápiz. No sólo los cirros se estaban extendiendo y densificando, sino que yo empezaba a estar realmente intranquilo. Observo solo, y la riqueza cinegética de la zona termina por ser un inconveniente. Observo con música de Mike Oldfield de fondo, y en un momento al acercarme al coche para tapar el reproductor (que tiene más luces que una discoteca), “algo” que estaba a unos tres metros del coche y que no llegué a ver, lanzó un gruñido y salió corriendo. Me dio un susto de muerte. No sé qué sería. Como todos, me he cruzado con montones de conejos y zorros, y esto era más grande. Los compañeros del trabajo me dicen que probablemente fuera un jabalí, y que tenga cuidado porque pueden embestir al asustarse. Espero que estén equivocados. El caso es que seguí observando con la mosca detrás de la oreja. Quité la música para oír los matorrales si algo se acercaba. Y por supuesto, cuando estás en el campo dedicándote a escuchar… oyes muchas cosas. En la zona hay ciervos, y de cuando en cuando escuchaba carreras de algo que sonaba bastante pesado, tal vez a 100 ó 200 metros de donde estaba. Al final, como los cirros avanzaban y yo no estaba tranquilo, recogí y me fuí a casa.
La noche siguiente repetí.
Condiciones algo mejores, con SQM de 21.3 y seeing razonable. La galaxia muestra algo más de contraste, y ahora que la estabilidad atmosférica permite tener estrellas puntuales a 160x con el Ethos 13, dediqué un rato a admirar la extrema corrección fuera de eje de este ocular. Cuesta creer lo puntiformes que son las estrellas en el borde extremo del campo con 100º aparentes. Por supuesto, es imprescindible el paracorr. A 160x y con tanto campo aparente, uno se aleja bastante del centro óptico y amplifica lo suficiente las imágenes como para que aparezcan las típicas “cometas” de los Newton.
Esta fue la noche del dibujo. Dediqué la media hora de rigor para “re-familiarizarme” con la galaxia, y una hora a dibujar. Lamentablemente, ya con esta apertura el objeto es demasiado rico como para poder ser representado. Corrijo. Yo no tengo paciencia ni talento para plasmar todo lo que hay en el ocular. Una lástima no haber tenido el 60. Me da una pereza terrible pensar que tendré que dibujarla de nuevo con el trabajo que lleva. Y como siempre, el campo estelar sólo recibe una atención testimonial para dar contexto, sin más. El resultado es satisfactorio, y tengo el dibujo casi terminado. Pero los horarios imponen sus límites. Me estoy haciendo viejo, y el curro es muy exigente. Si duermo mal, al día siguiente tengo la cabeza poco lúcida y no rindo. Así que recogí, y me largué a casa. Completaría el dibujo el día siguiente si el tiempo lo permitía. Y si no… la información que ya tenía daba el pego para un dibujo razonable.
Tercera noche
Al final al día siguiente no pudo ser. Pero el segundo día no perdoné, y de nuevo con buen cielo me largué a Los Ibores empeñado en terminar el dibujo.
La mejor noche de las tres, aunque aún un poco clara (hay mucha humedad en el ambiente tras las lluvias, y eso difunde luz). SQM en 21.4, M33 pálidamente visible a simple vista, seeing considerablemente bueno con estrellas tremendamente puntiformes en el Ethos 13. Lo suficiente para que ya se note su superioridad frente al Nagler T6 13 en ese sentido.
Primero, una revisión de la galaxia con los Nagler 20 (para definir estructura general y arrollamiento de brazos), Ethos 13 (con el que está hecho el dibujo, y el mejor ocular global en este telescopio para este objeto -el encuadre es perfecto-) y el Nagler 9, para subir aumento y buscar parches neblinosos sobre los brazos espirales. Esta primera revisión me permitió identificar un par de zonas neblinosas exteriores que habían pasado por alto la noche anterior, en particular una al lado de la estrella más brillante del campo, al sur de la galaxia.
Después, traté de diferenciar condensaciones de naturaleza estelar y nebular.
Para ello metí primero el filtro OIII, comprobando que 5 condensaciones ven reforzado su contraste con él, mientras que el resto se apagan considerablemente. Sin duda, las reforzadas son nebulosas, cuatro de ellas con denominación NGC. Hay otra media docena de condensaciones con denominacion IC, pero su contraste empeora con el filtro, y por tanto parecen puramente estelares. Una vez hecha esta primera identificación pasé al filtro H-Beta, mucho más agresivo. Con este filtro la galaxia prácticamente desaparece. Las 5 condensaciones principales mantienen razonablemente su contraste (se apagan algo) y sobre donde antes estaban los brazos parece haber “micro-condensaciones” neblinosas demasiado pequeñas y débiles como para considerarlas verdaderas nebulosas. Asumo que son restos de las condensaciones de los brazos, no totalmente apagadas por el filtro.
A continuación la idea era identificar algún cúmulo globular, pero me he dejado la documentación en casa y no me queda más remedio que dejarlo para otro momento. M33 tiene 5 cúmulos globulares más brillantes de magnitud 17. Con Feckner (4) he llegado a magnitud 17.2, pero en noches mucho mejores. En todo caso, a 16.5 se llega con bastante facilidad, y hasta ese valor hay tres. Tendría que quedar para la noche siguiente.
Antes de dar la observación por concluída, puse dos Panoptic 24 en el binocular, y me dediqué a disfrutar de la galaxia con él.
Pierdo detalle y algo de extensión. Pero no puedo negar que la visión binocular de un objeto tan detallado, es algo mágico. La sensación de tridimensionalidad y contraste es fabulosa. El fondo de cielo se ve mucho más negro. Por desgracia, con esa oscuridad también se van detalles que se veían en el límite en monocular. Muy grato para pasar el rato y observación casual, pero para maximizar el detalle, sigo en mis trece. Prefiero monocular para cielo profundo.
Así, dí el dibujo por concluído tras media hora la primera noche, hora y media la segunda, y una hora la tercera. La noche siguiente, aquella en la que debía intentar los globulares, resultó estar condicionada por los cirros, y la he dedicado a escanear el dibujo y redactar esta crónica (en los datos del dibujo unifico el tiempo de las dos noches productivas y lo asigno a la primera). Creo que es uno de mis mejores dibujos. Como mínimo, es al que le he dedicado más tiempo. 2.5 horas sin contar la media hora de “familiarización” de la primera noche.
El dibujo no muestra todo el detalle visto (es imposible representar algo así) pero estoy razonablemente satisfecho.”