Me parece que últimamente nos hemos puesto muy seriosy hoy es lunes. Además estoy en un sitio muy deprimente. ¿Recuerdan que un día hablamos de esto?
Sí, fue un día que nos embarcamos en una apasionante discusión sobre los spaghetti con albóndigas. Que si se hacían, que si no se hacían, que si era un mito de los americanos,… Quedó en el aire dedicar una serie a la paulatina construcción del estereotipo italiano. Pocos pueblos más caricaturizados y retratados que el que nos ocupa, pero con infinitos matices, no como a los españoles, asunto que siempre se resuelve con un toro y una guitarra. El español como tal no aparece por ninguna parte, sólo sus complementos, como si fuera un click de famobil. Piensen un momento sobre qué país se tiene, en general, más información previa adquirida antes de conocerlo. Probablemente el estadounidense, pero detrás vienen los italianos. Como hoy ya no lee nadie, para qué nos vamos a engañar, la culpa es del cine, y ya hemos dicho que Hollywood adoraba Italia.
Fijémonos en la escena de ‘La dama y el vagabundo’ (Lady ante Tramp, Walt Disney, 1955), que es un buen comienzo: spaghetti con albóndigas, mandolina, rizos y bigotes negros com el carbón, ojos astutos, sonrisa cómplice, talento musical, vena romántica, la ropa tendida en la calle,… Bueno, algunas cosas son más ciertas que otras, pero esto lo han visto miles de millones de niños desde 1955, y anda que no ha llovido. Luego uno llega a Italia ve un montón de gente rubia con ojos azules y se extraña.
Sin embargo, dada la responsabilidad con que me tomo mi tarea, he llegado a dedicar unos instantes de instrospección a bucear en la memoria. No sé ustedes, pero mi primer estereotipo italiano fue éste:
Dios mío, qué depresión. Daban ganas de llamar a la Guardia Civil, con este niño solo por el mundo. Hoy intervendría de oficio el defensor del menor. Casi mejor ponemos la cara B, que era más alegre.
Desde que vi Marco siempre quise tener una casa con contraventanas verdes de madera y con rendijas, como la que sale al principio, aunque pensaba que era una cosa de dibujos animados, porque era demasiado bonita. Ahora las tengo, qué cosas tiene la vida, y la abro todas las mañanas como en los dibujos. En este caso el estereotipo es cierto, porque Roma, por ejemplo, es pura ficción. Los niños de esta generación también recordamos que estos italianos eran gente que gritaba a voces por esas ventanas y nos hacía gracia que alguien se llamara Peppino. Estas cosas le daban a los italianos un matiz simpático, que supongo que ahí se queda en el subconsciente. Pero lo gracioso de ‘Marco’ es que era un producto japonés, así que es una elaboración nipona de tópicos italianos. No tengo ni idea de cómo llegaron los japoneses a hacer una versión de ‘De los Apeninos a los Andes’, un relato de Edmundo de Amicis en ‘Cuore’. ‘Cuore’ es el libro que todos los italianos odian porque se lo hacían leer en el colegio, aunque es más tolerable que, por ejemplo, ‘El Jarama’, que en mi clase nos hicieron leer en octavo. Qué burros eran. Aún más curioso es pensar que el cuento original es de muy pocas páginas, pero con eso se cascaron un culebrón animado de 52 capítulos.
De todos modos, como pasa con los estereotipos, tuve que descubrir con asombro que ‘Marco’ en Italia es totalmente ignorado. ¿Alguien de los italianos que nos siguen lo ha visto? Nadie de la gente que conozco, aunque he averiguado que se emitió en 1980, pero debió de pasar sin pena ni gloria. Y eso que en Italia los dibujos japoneses arrasaron. En las fiestas, a altas horas, suele caer este temazo, que demuestra una vez más el talento melódico italiano hasta para hacer marchosas las histéricas sintonías de dibujos japoneses.
¡Cuooore d’un ragazzo che senzaaa pauuuura seeempreee lotteraaaà! ¡Es que las canciones eran buenas! Son unos artistas, esto sí que es verdad. Escuchen esta otra:
Ah, Mazinger era ”Mazinga!!, a la japonesa. Es curioso, pero muchas de las series japonesas llegaron a España con una década de retraso con las televisiones privadas. Fue debido a un criterio de selección que convendría estudiar porque se aproxima bastante a la censura. Por cierto que mi primera experiencia política fue saber que el osito Misha era comunista y por eso lo quitaron después de los primeros capítulos. O al menos eso me explicaron. ¿Alguien sabe la verdad sobre ello? Sobre por qué Mister Proper se convirtió de la noche a la mañana en Don Limpio mejor ni pregunto. Nunca se explicó lo suficiente a la opinión pública.
En fin, lo que decía antes de desvariar es que esos dibujos tan atrevidos y salidos que escandalizaban a las madres españolas y tertulianos biempensantes en los noventa se los merendaban los niños italianos en los ochenta. Es que siempre hemos sido unos pardillos. Por eso se da un impensable lazo generacional, cuando salen estas conversaciones, entre niños italianos de los ochenta y españoles de los noventa. También en esto los italianos llegaron mucho antes, de Lupin, Oliver y Benji hasta Chicho Terremoto, que en Italia era ¡¡¡¡Gigi la Trottola!!!
En esta risible competición patriótica que nos traemos entre manos, si a alguien le sirve de consuelo, España exportó a Italia ‘Willy Fogg’ (cargándose, por supuesto, la canción de Mocedades) y ‘Dartacan y los tres Mosqueperros’, serie que logró que varias generaciones aprendieran de forma errónea los nombres de los tres mosqueteros. A mí siempre se me escapa lo de Dogos.