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Íñigo Domínguez

Íñigo Domínguez

Un Papa, por fin con las víctimas de la Mafia

Francisco tuvo ayer otro gesto rompedor cuyo alcance quizá no se comprenda del todo fuera de Italia. Se reunió en Roma con 700 familiares de víctimas de las mafias italianas y les acompañó en el emotivo acto que celebran cada 21 de marzo, organizado por la asociación Libera, del sacerdote Luigi Ciotti. Leen los nombres de las víctimas identificadas de la Mafia, 842 a día de hoy, sin contar las de los propios mafiosos, que suben la cifra a varios miles. Lo llevan haciendo desde 1995 y nunca un Papa se había acercado, un síntoma más del vergonzoso silencio que la Iglesia católica ha mantenido históricamente hacia la mafia, sólo roto a partir de 1973 en documentos de los obispos sicilianos y, por un pontífice, en 1993 con el célebre discurso de Juan Pablo II en Sicilia. De hecho, sintiendo que se rompía un pacto tácito, a los dos meses Cosa Nostra colocó  bombas en dos iglesias de Roma y a los cuatro meses asesinó a un párroco de Palermo, Pino Puglisi, beatificado el año pasado.

Francisco ha sido el primer Papa en encontrar a las víctimas y unirse a su conmemoración. Ayer tuvo palabras duras, con semblante grave, para los “hombres y mujeres mafiosos”: “¡Por favor, cambiad de vida, convertíos, dejad de hacer el mal! Esta vida que vivís no os dará felicidad, alegría. El poder y el dinero que tenéis ahora de tantos negocios sucios, de crímenes mafiosos, son dinero lleno de sangre, no podréis llevarlo a la otra vida. ¡Convertíos para no acabar en el infierno, es lo que os espera si seguís por este camino! Tenéis un papá y una mamá, pensad en ellos, llorad un poco y convertíos, os lo pido de rodillas”. Son, de nuevo, palabras históricas, porque no son nada frecuentes, aunque también Benedicto XVI condenó la mafia en algunos discursos.

Con esta jornada y la presencia de Bergoglio, las víctimas de la mafia han sentido por primera vez que algo ha cambiado realmente en la Iglesia oficial. “Con él de nuestra parte todo puede cambiar”, han declarado, tras décadas de olvido público e institucional. Ciotti trabaja en la calle desde hace décadas, es uno de esos curas “con olor a oveja” que pide Francisco. El Papa le abrazó al llegar y entraron juntos de la mano. Ciotti, en su discurso de bienvenida, reconoció que “no siempre la Iglesia ha prestado atención a las víctimas de las mafias y al fenómeno de la criminalidad organizada”. “No han faltado silencios, infravaloración, exceso de prudencia, palabras de circunstancia”, admitió. También acusó al Estado, a la política y a las instituciones, porque la principal reclamación de las víctimas es “verdad y justicia”. Aseguró que el 70% de las familias no conocen aún la verdad sobre la muerte de sus seres queridos y recordó que en su lista de nombres, que empieza en 1893, hay 80 niños. Los dos últimos, asesinados en los últimos dos meses en Calabria y Puglia.

El Papa, muy serio en toda la ceremonia y que pronunció un discurso breve, quiso compartir una esperanza: “Que el sentido de responsabilidad poco a poco venza sobre la corrupción en cada parte del mundo, y esto debe partir de las conciencias y desde ahí sanar las relaciones, el tejido social, para que la justicia ocupe el puesto de la iniquidad”.

(Publicado en El Correo)

Pueden leer más en esto que he escrito aquí para saber más sobre las connotaciones profundas del asunto.

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