Hoy hablamos de Justicia, que está de moda por el caso de Amanda. Amanda Knox, quiero decir, porque en Italia apenas se pone de moda un crimen se empieza a llamar a sus protagonistas de forma familiar, como si fuera el vecino. Si quieren otro día comentamos el tema, porque en la prensa cada vez hacemos tonterías más gordas. Pero ahora imaginen por un momento una ley así:
«El hurto o sustracción de un producto elaborado con derivados lácteos y de cacao y de forma preferentemente ovoidal, con confección de papel metálico de colores vistosos y, en algunas ocasiones, con la inclusión de un objeto de reducidas dimensiones ofrecido por la empresa fabricante en concepto de regalo o premio al consumidor y cuya naturaleza es desconocida por el mismo, e incluso por el vendedor y proveedor, hasta el momento de la apertura o ruptura del producto en sí, consecuencia de lo cual viene denominado sorpresa, rasgo o característica distintivo del producto, viene castigado con una multa. A excepción de los siguientes cargos, en consideración de sus graves responsabilidades:
-Presidente de la República y los altos cargos del Estado, presidente del Senado y presidente de la Cámara de Diputados.
-Miembros del consejo de ministros, exceptuando los ministros sin cartera y subsecretarios, así como el presidente del mismo»
¿Les parece inverosímil? Pues esperen que a Silvio Berlusconi -presidente del consejo de ministros- le pillen mangando un huevo Kinder en un supermercado, y al día siguiente tendremos un engendro así circulando por el Parlamento y votado con los ojos cerrados por trescientos y pico diputados.
Por desgracia, todos sabemos que eso es perfectamente posible, sólo hay que rezar para que no ocurra. Berlusconi ahora anda intentando prohibir la publicación de escuchas telefónicas y también una ley que obliga a un juez a admitir todos los testigos que pide la defensa, aunque sean 35.000 como en el caso Parmalat, para asegurar la prescripción del delito. Claro, volviendo a lo de antes, hay que imaginar antes dos cosas: que Berlusconi robe un huevo Kinder y que le pillen. No sé si más difícil lo segundo que lo primero, o al revés. En fin, no vale la pena liarse, es un juego. Pero no lo es el que vayan a procesar a un chaval de 20 años de Taranto, llamado Donato, por el presunto robo de un huevo Kinder -valor aproximado, un euro-, y la negociación de la indemnización ronde los 1.600 euros. Sí, ambas cosas son posibles en Italia, una ley como la que hemos pergeñado aquí en un minuto -no se crean que los abogados/parlamentarios de Berlusconi tardan mucho más-, y un proceso de estas características. Un proceso que cuesta tiempo y miles de euros en trámites, abogados, notarios, funcionarios judiciales y policías, pero que sale adelante. Y sin prisas, claro. Llevan con ello dos años y la segunda vista es el próximo 31 de enero. Si el chaval se espabila y entra en política lo mismo le da tiempo de llegar a primer ministro y aprobarse una ley que reduzca la prescripción de los robos de huevos Kinder. Es la grandeza de la democracia. Pero es que se trata de algo serio, porque si le condenan tendrá antecedentes por robo.
Pero peor lo tenía Marcello Mastroianni en ‘El bígamo’, de Luciano Emmer (1955), con Vittorio de Sica como abogado estrella y príncipe del foro:
Sinopsis: Un famoso abogado, el maravilloso De Sica, se cambia de ropa, como un divo de la ópera, mientras comenta su reciente intervención en la sala. Se pasea como un pavo real, rodeado de la habitual corte de aduladores que rodean a cualquier persona con un mínimo de poder en Italia. También hay por ahí una principessa, cómo no. Uno de los letrados del bufete le presenta a un cliente, Mastroianni, que cree estar «en una jaula de locos». «Es una sensación que tenemos en común», responde el abogado, mientras le llama con el nombre equivocado y le pide que le cuente sus cuitas. «¿Pero es posible que uno sea acusado de un delito que no ha cometido y le metan en la cárcel? ¿Sólo porque a uno se le ocurre que yo soy otro?», se desahoga el pobre. «Es una situación paradójica, casi pirandelliana… pero no se preocupe, recurriremos», le dice, aunque Mastroianni le aclara que todavía se debe celebrar el juicio.
De Sica, que espera la sentencia de un caso de asesinato, es entrevistado por un periodista, mientras se desvive porque le hagan las fotos. Le preguntan si la acusada será absuelta, pero lo descarta, e incluso le confiesa que ni siquiera lo desea. Porque es un delito demasiado truculento, explica, aunque es por la notoriedad que le da el caso. Ya se ha hecho sus cálculos: cree que le echarán 16 años, en segunda instancia se quedarán en diez y luego… En eso llega la sentencia. De Sica coge la mano de su cliente para que vea cómo le late el corazón, como la primera vez, allá en Cassino, con una que mató a su suegra. La de ahora, en cambio, la suegra y el marido. «Y usted se preocupa de una causa… ¿de qué era?», pregunta. «Bigamia», responde Mastroianni, desatando sonrisas sarcásticas. En ese momento sale el abogado de su bufete a darle la noticia de la sentencia: cadena perpetua. De Sica, un poco descolocado, se va todo digno: «¡Nos divertiremos en el tribunal de apelación!». El juego sigue. Y se hace una foto antes de irse.
FIN
En fin, aquí tienen todo, para no hacerles perder más tiempo. Crímenes atroces, abogados que van de estrella, medios sedientos de sangre, justicia imprevisible,… No descarten que esa sentencia de De Sica en segunda instancia pase de cadena perpetua a absolución plena. Como lo de Amanda Knox. En su caso en el segundo proceso han tirado por tierra las pruebas de ADN de la Policía científica, porque debieron de cogerlas con los pies y con las manos manchadas de nocilla. Aunque quizá si el primer día, cuando Amanda cantó por bulerías en comisaría, hubieran tenido allí un abogado de oficio no les hubieran anulado luego esa declaración y podrían haberla usado. Ya verán, también el caso Kinder tarde o temprano entrarán en escena los peritos. La clave del caso es demostrar si es posible, como acusa el comerciante, que el chaval robara el huevo Kinder metiéndoselo en el bolsillo. Pero atención: Donato llevaba vaqueros ajustados de cintura baja, de esos que se llevan ahora que se ven los calzoncillos. Es casi imposible meter un billete de metro, así que un huevo Kinder lo veo difícil, salvo que lo espachurre.
Por cierto ¿recuerdan el crimen de la condesa de la Olgiata? Sí, hombre sí, un día nos entretuvimos en contarlo. Y luego arrestaron por fin, veinte años después al mayordomo filipino, que confesó todo. Pues bien, ahora van y descubren que podían haber resuelto el caso en dos meses, alló por 1991, y ahorrarse veinte años de juicios, culebrones y toneladas de papel de periódico. Han encontrado una escucha telefónica grabada a los dos meses del crimen al filipino, entonces ya sospechoso, en la que hablaba con un compatriota de cómo vender las joyas que le había robado a la condesa. El único problema para los investigadores es que mantuvo la conversación en filipino cerrado. Eso no es un problema para una Policía seria, dirán ustedes, aunque seguramente ya estarán sospechando la respuesta. En efecto: tradujeron sólo cinco de las 14 cintas que tenían. Luego se debieron de cansar o es que ese día había partido en la tele. Pero ahí tenían la prueba redonda delante de las narices. La han encontrado ahora en un armario de la Fiscalía.
Por cierto, ¿recuerdan también la reapertura del caso de Salvatore Giuliano? ¿A qué parecía resuelto después de 60 años? Pues no, aquí no hay que bajar nunca la guardia. En febrero contamos aquí que, tras desenterrar su cadáver para ver si era él o un doble mediante las pruebas de ADN, parecía que efectivamente era él. Pero a los pocos días el fiscal del caso aclaró que no estaban muy seguros. Han comparado el ADN extraído con el de algunos familiares y con el hallado en objetos de su propiedad, pero no salen resultados concluyentes. Pero es que el otro día se fueron a buscar el expediente original, el redactado tras su muerte en 1950 con el informe forense y resulta que no está. Ha desaparecido toda la documentación del caso. No aparece ni en la Fiscalía ni en el archivo central de Palermo. Uyuyuy, esto vuelve a ponerse interesante ¿no les parece? ¿Habrá sido la CIA? Los fiscales ahora se plantean tirar por la calle del medio y desenterrar también a los padres de Giuliano para tomar su ADN. Continuará…
Ah, y antes de que se me olvide, sepan que en la derecha italiana y en el partido de Berlusconi ya se está usando la absolución de Amanda Knox como un imponente argumento a favor de la injusta persecución judicial que sufre el primer ministro. Vean la portada de hoy de ‘Libero’, ese periódico:
Si tienen la desgracia de ser víctimas de un delito en Italia no sé que decirles, sólo que recen lo que sepan y no se hagan muchas ilusiones. Si son delincuentes ya pueden empezar a tener alguna posibilidad. Dejando a un lado la vía maestra de entrar en política, que lleva tiempo, mi consejo si alguna vez cometen un crimen en Italia, Dios no lo quiera, es no confesar ni bajo tortura y esperar. Al final, sin hacer nada, no es descabellado que entre jueces y policías se lien ellos solos y el juicio muera por sus propios medios. Si contratan un buen abogado, mejor que mejor. Amanda Knox se gastó un millón de dólares en una agencia de publicidad y en uno de los mejores abogados de EE UU y Raffaele Sollecito tenía a Giulia Bongiorno, abogada y parlamentaria muy famosa. Es una de esas diputadas con dos trabajos. El único condenado, el africano Rudy Guedé, es un inmigrante colgadillo de Costa de Marfil que prefirió pactar la condena y beneficiarse al menos del descuento de la pena porque le parecía que no había mucho que hacer. Quizá pecó de exceso de confianza en la Justicia o, más bien, de exceso de desconfianza en lo que puede hacer un buen abogado en Italia. De la víctima, la pobre Meredith Kercher, mejor no hablar. De hecho de ella se habla mucho menos.
Bueno, me rectifico, muchos casos no mueren, siguen viviendo y no se cierran nunca, pero jamás se sabe la verdad. Alcanzan ese estado tan italiano de lo nebuloso. De Amanda Knox, perdón, de Amanda, estaremos hablando todavía dentro de diez años. El día menos pensado surgirán nuevas pruebas olvidadas o testimonios inauditos o un detalle que se pasó por alto… y cuanto más tiempo pase menos se sabrá. Ya lo verán, ya. ¿Nos apostamos un huevo Kinder?
P.D.: Gracias a todos de corazón por los mensajes de apoyo recibidos.