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Íñigo Domínguez

Íñigo Domínguez

Cosas normales en Italia (31): arrebatos

A veces uno va por Roma y cuando pasa delante de un instituto se encuentra pintadas como esta que ven en la foto. Me la encontré ayer. Dice: «Yo vivo para amarte. Tú ámame para hacerme vivir», y luego la fecha. Imagínense la chica en cuestión cuando llegue esa mañana a clase. Menudo subidón. Claro que también puede pensar que el autor está como una regadera.

También se ven pintadas de este tipo en las carreteras, allá por donde pasa la amada, y a veces hasta pancartas en los viaductos. Estos arrebatos poético-hormonales entre adolescentes son muy frecuentes en Italia, a juzgar por las pintadas, y suelen tener un componente cursi e ingenuo enternecedor, incluso en edades avanzadas. Ahí está el terrible fenómeno Moccia y la moda de los candaditos en Ponte Milvio. Una vez le traduje a un chaval de veinte años una carta para una novieta española que se había echado y no recuerdo mayor acumulación de tópicos de novela rosa. Pero lo que cuenta es la intención y lo hacen con sinceridad, realmente tienen una vena sentimental natural. Entrando en el odioso terreno del tópico, al italiano le pueden dar prontos irrefrenables. Creo que ya lo he contado, pero a un vecino que tenía que andaba enamorado le dio tal calentón una noche que cogió el coche, se hizo 700 kilómetros hasta Turín, se plantó en casa de su amada, le dio un beso, y algo más supongo, y se volvió a todo correr para ir a trabajar sin dormir.

Son incansables. Lo sabrán las españolas que han ligado con italianos en verano. Miren lo que dice esta otra pintada con tres signos de exclamación: «¡¡¡Algunos amores no terminan, dan rodeos inmensos y después regresan!!!».

Espero que al pobre hombre le haya ido bien. Aunque siempre me imagino a la destinataria dando un rodeo inmenso para no verla. La frase se va despintando según pasan los meses. Cada vez que veo estas cosas también me imagino al artífice pensando la declaración, ensayándola en un folio, buscando el lugar idóneo para la pintada, en función de los itinerarios de su amada y, finalmente, saliendo con un bote de pintura a medianoche y escribiéndola con nocturnidad. Es algo que viene desde Dante y Beatrice, supongo. Qué arrebatos. Vean otros ejemplos de instituto:

Me imaginé exactamente los mismo anteayer, víspera de la votación decisiva para Berlusconi en el Parlamento, cuando me encontré este otro cartel. ‘Con Berlusconi, refundemos el centro-derecha’, dice el lema. ‘Leales antes que nada’, añade por si las dudas, que siempre las hay. Este Francesco Pionati es un personaje único. No sólo porque sea el único diputado de su partido, que formó él solo al escindirse de la UDC democristiana, sino por su carrera. Era el corresponsal político del telediario de RAI, el TG1, el más visto de Italia. Durante la era berlusconiana de 2001 salía a diario con el micrófono en el Parlamento, en el Palacio Chigi (Presidencia del Gobierno),… contando cómo estaban las cosas. Era tremendamente aburrido y nunca le oí decir nada incómodo de Berlusconi. Y de repente, zas, en 2006 se presenta en las elecciones con la UDC, en la coalición de Berlusconi. A mí me pareció muy coherente. Fue un arrebato de salida del armario. En 2008 volvió a salir elegido, pero a los pocos meses rompió con su partido y se montó uno él solo, Alianza de Centro por la Libertad. Insisto, que no les despiste lo de ‘Alianza’, era él solo. En la votación de ayer acudió entusiasta en auxilio de Berlusconi, pero es que la víspera, viniendo de una cena, me encontré la calle llena de los carteles estos. Estaban frescos. A Pionati le dio un arrebato de poner pasquines a medianoche y quizá fue él mismo con la furgoneta proclamando su lealtad a Berlusconi. Verán como acaba cualquier día de subsecretario. Inciso: por equidad debemos reseñar que en el otro bando también pasa. David Sassoli y Lilli Gruber, presentadores del TG1, de los que están sentados en la mesa del estudio, acabaron en las listas del centro-izquierda.

En estos días en que Berlusconi ve que no tiene una mayoría autosuficiente el Parlamento bulle de traiciones, cambios de chaqueta y repentinos amores. Como ha dicho en una entrevista Pino Pisccihio, campeón de tránsfugas con un currículunm de seis partidos, «la política es una maldición, te come por dentro». La poltrona, qué pasión arrebatadora.


Sinopsis: Es ‘Matrimonio all’italiana’, (1964) del gran Vittorio de Sica. Mastroianni es un ricachón que tiene una querida de toda la vida, a quien ningunea. Ella un día le confiesa que uno de sus tres hijos es suyo, pero no le dice cuál. En esta escena él se cabrea porque no se lo revela. Ella le reprocha que apenas ha insinuado que podía ser uno, el estudiante, se ha puesto a ayudarlo y a darle dinero. «¡A él sí, pero a los otros dos no! ¿No ves que el interés les pondría a uno contra el otro? No seas egoísta Dummi (abreviatura napolitana de Domenico)! No pienses en ti, ni en mí, dejemos las cosas como están y cada uno por su lado», dice. A Mastroianni le da un arrebato y amenaza con coger el coche, irse a verlos y decirles que es rico y uno de ellos es su hijo, para que se arreglen entre ellos a ver quién es el heredero. Entonces se pegan y acaban en el suelo. Ella le amenaza con matarle si les dice la verdad. «¡Yo te mato!». «¡Cállate!». «¡Yo te mato!». «¡Cállate!». Y terminan como terminan.

FIN

La política italiana, que también tiene su ricachón, se parece bastante a esto que hemos visto. Un día se odian y al otro, tan amigos. Nunca se sabe. Es algo difícil de explicar, porque la naturaleza de la política italiana es esencialmente calculadora, maquiavélica -ya sabemos de donde era Maquiavelo (Machiavelli en italiano)-, pero al mismo tiempo tiene un componente absurdo e irracional, impulsivo, lleno de debilidades humanas, que crea una combinación imprevisible, una genial chapuza cerebral-instintiva. Como jugar al ajedrez con un mono. Muy interesante. El momento actual, por ejemplo, lo es. La legislatura está definitivamente acabada desde ayer, cuando Berlusconi comprobó en el Parlamento, al contar los votos de su moción de confianza, que sin su enemigo íntimo Gianfranco Fini no va a ninguna parte. El magnate ha fracasado en su campaña de fichajes y no ha logrado 21 nuevos diputados de refresco, tras la marcha de Fini. Ahora se abre un periodo de equilibrios y agonía que puede durar una semana, un mes o un año. Será un juego de contrapesos entre los arrebatos y las tácticas. El país es lo de menos, por supuesto. Por favor, estamos hablando de política. Es un triángulo -Berlusconi, Bossi y Fini- en donde el primero que se cabree manda todo a la porra. ¡El triángulo nooo, no lo había considerado!:


¡Qué canción tan divertida! Esto era un homenaje a Renato Zero, que acaba de cumplir 60 años y lo está celebrando con unos conciertos en Roma. «¿Lui chi eeeè?», dice el estribillo. La frase de uno o una al llegar a casa de su amante y ver que aparece otro tío. Total, que ensayan el triángulo y al final les gusta. Salía en su única película, ‘Ciao nì!’ (1979, Paolo Poeti), que por lo visto ese año recaudó más que ‘Superman’. El título es la frase que le dijo una vez Anna Magnani, mujer arrebatada, cuando la vio de niño en un semáforo. Al bueno de Renato sí que le han dado arrebatos a lo largo de su vida. No era -ni es- moco de pavo ir con estas pintas en Italia, porque escandalizaba tanto a los católicos como a los comunistas, que eran unos puritanos. Su padre era policía y cada vez que sus colegas lo detenían por escándalo público terminaba en la comisaría de Campo Marzio, donde trabajaba, pero nunca se avergonzó de su hijo. «Renatino, tú aquí estás desaprovechado», le decía Fellini, que le sacó en ‘Satyrycon’ y ‘Casanova’.

Siguiendo en el mundo del espectáculo, volvamos a la política. Decíamos que, por ejemplo, a Umberto Bossi le puede dar un pronto cualquier día y mandarlo todo a la porra. El otro día, en un arrebato de sinceridad, dijo que los romanos eran unos cerdos, ya ven. Pero de inmediato actuó el contrapeso racional: Berlusconi le pidió que se comportara como un ministro y de forma acorde a su rango institucional. Sin duda era la persona más indicada.

De todas formas hay arrebatos calculados, una fórmula híbrida sublime. Un calentón simulado, vamos. Estos días hay muchos repentinos cambios de chaqueta, porque el casino está a punto de cerrar y hay que apostar bien para las próximas elecciones. Es como si alguien gritara ‘hagan juego señores’. Se calcula cuidadosamente, pero con una apariencia emocional. Por ejemplo, en 2006, cuando Berlusconi andaba fichando senadores para derribar el endeble Gobierno de Prodi, con sólo tres escaños de ventaja, dos tipos del grupo mixto, Albertino Gabana y Marco Pottino, se pasaron con él. Una cuestión de convicciones. Pero habían dejado la Liga Norte un año antes y Berlusconi no podía prometerles que los presentaría luego en sus listas. Así que les hizo un contrato de 10.043 euros al mes, lo mismo que cobraban de diputados, para toda la legislatura siguiente como asesores de su partido, el PDL, aunque ni pisan por allí. Lo ha contado ‘La Repubblica’ esta semana. Naturalmente, no ha pasado nada.

Veamos un ejemplo de estos arrebatos calculados con Adriano Celentano en ‘Il bisbetico domato’ (1980, Castellano y Pipolo), después de decirle a Ornella Muti que no coja el teléfono bajo ningún concepto:


En la oposición también pasan estas cosas, no se crean. Tienen arrebatos rarísimos. Por ejemplo, el otro día se sometió a votación en el Parlamento la autorización a usar escuchas telefónicas en un proceso por complicidad con la Camorra contra Nicola Cosentino. Nada, sólo es subsecretario de Economía y coordinador del PDL en Campania, la región de Nápoles. Un escándalo, dirán ustedes. Bueno, pues se pidió que el voto fuera secreto. ¿Por qué? Por lo que se vio después: salió que no y 12 diputados del centro-izquierda votaron con el Gobierno. Ya ven, mucho hablar de qué vergüenza lo de Berlusconi pero luego se ayudan entre ellos. Nunca se sabe lo que puede pasar mañana si llegan a detenerte a ti. En fin, que hubo hasta aplausos al saberse el resultado. Se celebra que un sospechoso de hacer negocios con la Camorra logre eludir la Justicia. Qué país. Bueno, no era una sorpresa, porque la cámara ya había rechazado también el arresto de Cosentino.

Para terminar, concluimos con una gloriosa concatenación de arrebatos en cinco minutos: broncas, acoso sexual, persecuciones, agresiones, intentos de suicidio, caídas, ventosidades… Es ‘Amarcord’ (1973), de Fellini, y se trata de una comida familiar:

Como siempre, viva Italia.

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