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Íñigo Domínguez

Íñigo Domínguez

Cosas normales en Italia (30): partenogénesis

Lo primero, para quienes faltaron aquel día a clase de naturales, vamos a recordar la definición de partenogénesis, según la Real Academia Española de la Lengua:

«Modo de reproducción de algunos animales y plantas, que consiste en la formación de un nuevo ser por división reiterada de células sexuales femeninas que no se han unido previamente con gametos masculinos».

Salvando los detalles, se entenderá perfectamente la comparación al referirnos a la política y la sociedad italiana, en constante proceso de fragmentación y agregación. Es un estado gaseoso y fluctuante que no carece de fascinación. Creo que hasta el propio Heráclito se vería desbordado.

El caso es que parecía que esta legislatura iba a ser distinta: empezó, cosa inaudita, con sólo cinco grupos parlamentarios. A saber, PDL, Liga Norte, PD, la IDV de Di Pietro y UDC. Hasta se llegó a hablar de bipartidismo, dos bloques políticos y basta. Pero, vaya por Dios, en dos años y medio ya estamos en 19 partidos y ya se bosqueja un tercer bloque de centro. Y de aquí al próximo martes o miércoles -que ni eso se sabe-, cuando Berlusconi se juega la caída del Gobierno si no saca 316 votos en la Cámara de Diputados, podemos asistir a nuevas floraciones.

El PDL, el gran partido de centro-derecha que creó Berlusconi junto a Gianfranco Fini, ha durado poco más de un año. Se habló de fusión fría porque en el fondo nadie se lo creía y parecía algo forzado. Para contrarrestar, Berlusconi lo llamó el ‘partido del amor’. Ha terminado como termina a veces el amor, a tortas. No ha durado ni un año. Ahora Fini se monta su propio tinglado, el FLI, aunque ha salido con la mitad de la gente con la que entró. Berlusconi tiene un gran magnetismo.

Pensarán que esta división de la derecha es una oportunidad de oro para la oposición. Pero ¿podrán creerse que en el PD han aprovechado para pegarse de nuevo entre ellos? Pasemos a una cronología sucinta, para simplificar:

-Octubre de 2007, Veltroni gana las primarias. Se enfurruñan sus rivales internos.
-Febrero de 2009, dimite, tras perder las elecciones y harto de conspiraciones internas.
-Octubre de 2009, Bersani gana las primarias.
-Septiembre de 2010, Veltroni reaparece respaldado por 75 diputados para criticar a Bersani.

Esta salida de Veltroni es un concepto básico de la política italiana, la ‘corriente’. Siendo poético y volviendo a Heráclito, que nunca se bañaba en el mismo sitio, si se bañaba, se puede decir que en el gran río de un partido hay múltiples corrientes con vida propia, cada una luchando por su camino y sus propios intereses en las aguas procelosas de la vida.

‘El divo’ (2008) de Paolo Sorrentino, una de las películas de la década en Italia, empieza describiendo la alegre muchachada de la corriente de Andreotti. «Está llegando una fea corriente…», dice su secretaria al mirar por la ventana.

Siguiendo con el símil acuático, la corriente se agrupa en torno a un pez gordo, acatando sus órdenes y pillando cacho cuando se llega al poder en forma de poltronas y vicepresidencias de subcomisiones. Si se apuesta al caballo ganador se tiene la vida resuelta. Pero hay que saber manejarlas, porque si no puede surgir una subcorriente, y otra más, y otra… Así hasta el infinito. En el Vaticano, en la banca, en los sindicatos, en los teatros de ópera, en las federaciones de taxistas, se repite el mismo esquema. Menos en el partido de Berlusconi, ahí no hay corrientes. Es un caso único en la historia política italiana desde la posguerra. Sólo hay un tiburón y un cardumen de cientos de peces piloto. Fini aspiraba a formar una, a crear algo con vida y opinión autónoma, pero al final le ha echado.

En cambio el PD es la apoteosis de las corrientes. Es como ver un mapa de isobaras en un invierno chungo. Uno contempla en los periódicos los esquemas de corrientes internas del PD y aquello es como el árbol genealógico de los siete enanitos. Sin ánimo de ser exhaustivos, serían:

-Bersanianos, de Bersani.
-Dalemianos, de D’Alema.
-Bindianos, de Rosa Bindi, y Democrátas de Verdad.
-Lettianos, de Enrico Letta.
-A Sinistra.
-Cristiano-sociales.
-Democracia y Socialismo.
-Asociación 360 grados, de Letta.

Hasta aquí la mayoría que apoya a Bersani. Y luego:

-Veltronianos, de Veltroni.
-Simplemente Demócratas, o Francechinianos, de Franceschini.
-Populares-Cuarta Fase.
-Demócratas Renovadores y Valientes.
-SemDem.
-Ecodem.
-Teodem.
-Liberal PD.
-Marinianos, de Marini.
-Olivistas, partidarios de volver a El Olivo. o Prodianos, de Prodi.

Observarán que hay nombres verdaderamente encantadores. No hace falta decir que cada uno quiere una cosa distinta y que a veces se odian a muerte, como los venerables popes D’Alema y Veltroni. Calculen además que a menudo cada corriente tiene su periódico, organiza sus convenios y se reúnen por su cuenta. La gente metida en los partidos se sabe estas minucias y miserias de memoria, porque es un terreno inestable donde hay que manejarse con habilidad para medrar. Te dan comidas pesadísimas hablando de los últimos chascarrillos. Es normal que no tengan tiempo para los problemas reales de la calle, si están siempre intentando resolver los de casa, tan importantísimos.

Esto pasa porque el PD es una alegre criatura nacida de la confluencia de varios partidos del centro-izquierda. Miren este sencillo cuadro que aparece en Wikipedia, la mejor radiografía de la crisis de identidad de la izquierda:

No se lee muy bien, porque la letra es pequeñita, pero es que en realidad da igual. Aunque el autor del gráfico tiene a bien precisar que las líneas continuas significan que el primer partido ha entrado con mayoría en el segundo, mientras que las discontinuas indican las escisiones.

Nanni Moretti, prototipo del votante de izquierda amargado por sus representantes políticos, toca mucho este tema de forma irónica. Hizo un documental llamado ‘La cosa’ en 1990 en el que mostraba el desconcierto y la empanada mental de los círculos locales del Partido Comunista tras la caída del Muro ante la propuesta de cambiarle el nombre, retirar la hoz y el martillo y transformarlo en DS, como así fue. Sólo salen militantes anónimos pontificando y exponiendo sus ideas. Visto hoy, por ratos parece cómico. Moretti en persona bromea con la psicosis del militante en ‘Aprile’ (1998), donde se va hasta Hyde Park en Londres para ilustrar sus opiniones a quien le quiera oír:


Este rincón de locos podría ser perfectamente un congreso de partido. Pero esta fragmentación propicia también que algunas de estas migajas de partido queden por ahí, entre los resquicios del Parlamento, fuera de los grandes bloques o en su extrarradio. Ya se imaginarán que en este caso extremo los matices de ideología son tan sutiles y vaporosos como la brisa de primavera. Estas formaciones pueden parecer superfluas y, en efecto, no pintan nada durante la mayor parte del tiempo, pero cuando hay una crisis política cobran una importancia decisiva. Esos dos o tres escaños que tienen pueden salvar al Gobierno y entonces el teléfono no para de sonar. Hay auténticos profesionales de la supervivencia que llevan así años, sin una misión clara en la vida, salvo la alimentar a su parentela, algunos miles de votantes. Son los vividores de la política, una especie aparte.

Ahora estamos exactamente en esa situación. Berlusconi tiene que llegar a 316 diputados en el Parlamento porque tras la marcha de Fini le faltan 20 y anda haciendo llamaditas como loco. Ya lo hizo en 2007, cuando Prodi sólo tenía tres escaños de ventaja en el Senado sobre la mayoría absoluta: le pillaron una conversación telefónica con el director de series de la RAI en la que enchufaba a una tía buena para hacer un favor a un senador rival, porque se lo estaba trabajando para forzar así la caída del Gobierno.

En esta ocasión hay una pequeña tropa de partidos enanos o directamente traidores de sus formaciones que acuden en auxilio del vencedor, como decía Flaiano. Siempre puede caer de premio una poltrona de ministro. Por esas coincidencias del destino, hay una mayoría de sicilianos, maestros del transformismo. De hecho en Sicilia acaba de arrancar el cuarto Gobierno regional en dos años. Su presidente, Raffaele Lombardo, ha probado ya combinaciones con todos los partidos, como los entrenadores que no se deciden con la alineación. Y nadie hace ascos, todos quieren figurar. Pero es que ahora se da la paradoja de que el propio Lombardo en Palermo ha roto con Berlusconi pero en Roma es de los que van a votar para tener en pie el Gobierno con los cinco diputados de su formación, MPA.

En estos días constituye un espectáculo delicioso leer las entrevistas que les hacen a estos personajes, como las de Antonello Caporale en ‘La Repubblica’, un prodigio de ironía. En ellas politicastros desconocidos con currículum de al menos cinco o seis siglas distintas y contradictorias se hacen los dignos y los difíciles, pero sin miedo a la vergüenza ni sustraerse en absoluto al protagonismo. El afán de protagonismo es en realidad una de las enfermedades nacionales y una de las causas de la fragmentación general del sistema.

Por ejemplo, miren qué decía Saverio Romano, líder del sector siciliano de UDC de Casini, cinco diputados dispuestos a largarse con Berlusconi. Es el chico del cartel, bajo el lema ‘Mejor elegido que nombrado’, en una campaña para volver a las listas abiertas.

-¿Votará Berlusconi y será subsecretario?
-Incorrecta e infundada tanto la primera como la segunda afirmación.
-No votará a Berlusconi y seguirá siendo fiel a Casini.
-¿He dicho esto?
-Es verdad, no ha dicho ni esto ni lo otro.
-Amo el razonamiento. ¿Me permite? Sé que mi electorado no desea este sistema bipolar, pero en el caso que deba elegir, elige él.

No me digan que no es maravilloso. Otro ejemplo entrañable es el de un tal Francesco Nucara, del minúsculo Partido Republicano (PRI), que recibió la llamada de socorro de Berlusconi, se puso en posición de firmes y repente se irguió en sargento de un «grupo de responsabilidad nacional», la tropa de mercenarios que debía reclutar para salvar al Gobierno. Al salir de Palazzo Grazioli, la casa de Berlusconi famosa por las fiestas, anunció su cruzada y le preguntaron qué obtenía a cambio: «Berlusconi no me debe nada, soy yo el que le debe algo. Es el único que ha mantenido promesas con mi partido y para mí, a diferencia de otros, la gratitud es un valor». Examinemos el partido en cuestión. En el PRI son dos diputados, él y otro, y cada uno piensa de una manera. Ahora están peleados. Él es el secretario, pero el presidente, Giorgio La Malfa, se opone a Berlusconi. Le pone a parir desde que rompió con él hace un año, después de nueve años de apoyo. Llegó a ser ministro suyo en 2005 de una cartera de esas que se inventan de relleno, algo así como Políticas Comunitarias. Aunque en 1996 había ido con Prodi. A todo esto, yendo al grano, el PRI obtuvo en 2006, la última vez que concurrió solo y se pueden contar sus votos, 45.000 papeletas, el 0,13% del total. Y ahí están, decidiendo si cae o no el Gobierno. ¡Viva el átomo y el individuo! La entrevista de hoy en ‘La Repubblica’ a un tal Italo Tanoni, siempre de Antonello Caporale es impagable. La reproduzco casi entera, junto a la foto del personaje:

-Un lector desinformado se preguntaría quién es Tanoni.
-Estoy por descubrir. Y advierto el interés que se crea a mi alrededor.
-Se ha construido ladrillo a ladrillo su casita.
-Digamos que valgo un uno por ciento, cerca de 250.000 votos. y soy el representante legal de Renovación Italiana.
-¿El viejo símbolo de Lamberto Dini?
-Tengo también el nuevo: liberal-democráta.
-Dos partidos en una mano. Tanoni, es usted más astuto que un zorro.
-Y he formado la cuarta pata de la Margherita.
-Después se fue.
-Con Casini.
-Y después se fue.
-Cerramos una alianza con Berlusconi.
-Y después se fue.
-Autónomos y equidistantes, somos el centro.
-Pero apenas elegido se fue. Dini está disgustado.
-Es una gran banquero, pero en política es poco despierto.
-Ahora vuelve con quien había dejado.
-Pero no estamos en el mercado donde uno se vende, cuidado.
-Justo, correcto.
-Cuando Berlusconi me ha llamado sólo he dicho: ‘Presidente, tenemos que suturar heridas del pasado’.
-Hágase a la idea de que ya es subsecretario.
-Absolutamente. No me malentienda.
(…)
-Un poco de aquí, un poco de allí. Sólo por esto a Berlusconi le estará simpático. Pero esta vez, nada de bromas.
-Si cierro, esta vez cierro para siempre.
-Al menos hasta 2013 (find e la legislatura) esté quieto.
-Tengo una sola palabra. Aunque todavía no hemos decidido.
-¡Tanoni!
-¡Aquí nadie es tonto!

Ya ven, como los ladrones de bancos, cuando dicen que va a ser el último golpe y luego ya se retiran para siempre. La semana que viene empieza el espectáculo.

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