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Íñigo Domínguez

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Eluana

Entramos en una semana en que el caso de la pobre Eluana experimentará un crescendo hasta la náusea de dramatismo y demagogia. Prepárense, es probable que aún no hayamos visto nada. Lo sabe su padre, Beppe Englaro,al que vemos en la foto de la izquierda mirando a los manifestantes católicos agolpados ante la ambulancia con su hija. “¡Eluana despierta!”, le gritaron. En Italia cuando el circo se pone en marcha es imparable. Algunas consideraciones, quizá útiles, para reflexionar sobre la situación.

Carrera contra el tiempo. La sentencia de la Corte de Cassazione (Tribunal Supremo italiano) que autoriza la desconexión en casos como el de Eluana es de octubre 2007. Es decir, hace un año y cuatro meses. Autoriza la suspensión de la alimentación de un paciente en dos casos: si su estado es irreversible y con la constatación de la voluntad del paciente a través de testimonios o documentos. En julio de 2008 el tribunal de segunda instancia de Milán autorizó la suspensión de la alimentación de Eluana. Es decir, hace siete meses. La Fiscalía recurrió pero el Supremo lo rechazó en noviembre de 2008. Es decir, hace dos meses. En octubre de 2008 el Tribunal Constitucional ya rechazó la competencia del Parlamento para decidir sobre la cuestión y frenar la sentencia. Es decir, hace cuatro meses. Berlusconi se salió con un decreto urgente -inconstitucional, según el presidnete de la República-, porque sintió que era una cuestión de conciencia personal y para evitar una omisión de socorro, el pasado viernes. La ley que pretende aprobar a toda prisa esta semana -contra la voluntad de la familia y la sentencia- quizá no llegue a tiempo.

Prioridades. Estas prisas llegan después de que una ley sobre el testamento biológico lleve tres años atascada en el Parlamento, por la habitual inoperancia pero tambíén porque los partidos no se ponen de acuerdo. La semana pasada los parlamentarios se dedicaron, por ejemplo, al vital asunto de en qué porcentaje de votos se produce el corte de acceso al Parlamento europeo. Es decir, uno de los sistemas básicos del reparto del pastel. Hay escasos precedentes de celeridad en las cámaras. Normalmente sólo se producen, con completo consenso de Gobierno y oposición, cuando aprueban a toda velocidad el aumento de la financiación de los partidos a través del reembolso de gastos electorales.

Ideales. Este Gobierno defensor de la vida acaba de aprobar con aplausos una ley para que los médicos denuncien a los inmigrantes sin papeles que acudan a urgencias.

Izquierda italiana. Como dijimos el otro día, sobre este tema, como en casi todos, el Partido Demócrata (PD) de Walter Veltroni está en desbandada y no ha sido capaz de tener una opinión común. Muchos de sus parlamentarios votarán con el Gobierno apelando a su conciencia. No van a obstaculizar el trámite parlamentario para cooperar con la familia Englaro porque temen que Berlusconi les acuse de la muerte de Eluana. Sólo el Partido Radical ha decidido presentar mil enmiendas. El PD ha acordado hoy que sólo habrá “una orientación prevalente” de voto y que cada uno haga lo que quiera. En resumen, no harán nada, salvo alguna manifestación.

Noticia de última hora. Hace nueve años, en junio de 2000, el padre de Eluana, Beppe Englaro, habló por primera vez a la prensa de su caso. Gran polémica. Opiniones a favor, en contra, se habló del vacío legal sobre el caso. Un sondeo de ‘La Repubblica’, sobre mil personas, indicó que el 68,6% de los italianos estaba con el padre. Declaración de entonces del ministro de Sanidad, Umberto Veronesi, médico, del centro-izquierda: «Hay que encontrar una solución a estos muertos vivientes». Intervino Indro Montanelli, que reivindicó el derecho a morir: «No me importa un higo seco si los bienpensantes y temerosos de Dios me explican que la vida se salva a cualquier precio».

Eluana. En 1990, con 19 años, Eluana fue a ver a un amigo, Alessandro, en estado vegetativo tras un accidente de tráfico. Quedó impresionada. Dijo que no querría nunca vivir así. Al salir, fue a una iglesia y encendió una vela por él, para pedir que muriera.

Vaticano. La Iglesia, como es sabido, no siempre ha tenido estos escrúpulos con la vida. El penúltimo verdugo del Vaticano, famoso por su longevidad y buen hacer, se jubiló con 85 años en 1865 con un currículum envidiable: ejecutó a 516 personas. Su sucesor se quedó en trece, porque en 1870 entraron las tropas italianas en Roma y se acabaron los Estados Pontificios. Aún hoy la Iglesia no condena totalmente la pena de muerte, pues la permite en casos extremos. La pena de muerte en el Vaticano fue suprimida por Pablo VI en 1969. Fue eliminada totalmente de la Ley Fundamental del Vaticano en 2001. Italia lo hizo por primera vez en 1889 y, tras el fascismo y la guerra, en la Constitución de 1947.

En 2004, antes de ser elegido Papa, el cardenal Joseph Ratzinger explicó que «no todas las cuestiones morales tienen el mismo peso moral que el aborto y la eutanasia»: «Puede haber una legítima diversidad de opiniones entre los católicos sobre la guerra y la aplicación de la pena de muerte, pero en ningún modo sobre el aborto o la eutanasia».

Una coincidencia sorprendente: pasado mañana se cumplen 90 años de los Pactos de Letrán -foto de la derecha-, que establecieron la separación definitiva de Vaticano e Italia y regularon sus relaciones.

Buenas costumbres. Italia, según denunciaban los Verdes hace años, es uno de los últimos países del mundo en uso de morfina para enfermos terminales. En la maternidad del Políclinico de Roma, el hospital más grande de Italia, predomina la objeción de conciencia a…. ¡¡la epidural!! Recuerden que la mujer debe parir con dolor.

Expertos. Berlusconi ha dicho que Eluana podría tener hijos y ha observado que tiene ciclo menstrual. No ha explicado -y menos mal- cómo podría ser eso y, sobre todo, con el consentimiento de quién.

Algo curioso: a raíz del caso de Eluana el primer ministro ha planteado de inmediato la necesidad de reducir el poder del presidente de la República y cambiar la Constitución de 1947 para darle más poder a su cargo. También ha dicho que la Constitución italiana es filosoviética. El presidente de la República, Giorgio Napolitano, proviene del partido comunista.

Opinión de Giulio Andreotti, cruzado democristiano, hombre del Vaticano, que las ha visto de todos los colores, pero no recuerda un conflicto institucional tan grave: «Un gobernante no se puede entrometer en un asunto totalmente privado. (…) La negativa del Jefe de Estado está plenamente motivada. (…) La posibilidad de que Eluana resurja de su trágica situación es de una entre un millón. (…) Como católico, creo que es un problema que cada uno debe resolver como crea. No existe una regla general. (…) Todos deben dar un paso atrás y respetar el dolor de la familia Englaro. (…) Hay situaciones en las que la política se debe parar en la puerta de la casa de las personas (…) No se pueden poner en escena portestas y manifestaciones».

Opinión de Umberto Eco: «Berlusconi ha usado como pretexto el caso Englaro para intentar un golpe bonapartista que amenaza seriamente el principio de división de poderes que desde Montesquieu da forma a todas las democracias (…) En política el primer ministro hace como con las chicas, alarga la mano sin retirarla hasta que le llega la bofetada, alguien se la tiene que dar, si no él sigue adelante».

España. En todos los países hay casos como este a diario, en los que una familia decide dejar morir a un paciente. En España sólo está prohibido el suicidio asistido y hay una ley del 14 de noviembre de 2002, la ley sobre la Autonomía del Paciente, que reconoce a los españoles el derecho a rechazar el ensañamiento terapéutico y la alimentación asistida. Unos 50.000 españoles han escrito ya su voluntad, si algún día se encuentran en esa situación, en un registro de Sanidad.

Principios. Sobre los principios de Berlusconi, que le han empujado a actuar de repente contra viento y marea, una frase de Groucho Marx: «Estos son mis principios, si no le gustan tengo otros».

Sin duda, uno de los más tristes espectáculos de estos días es contemplar a esta clase política amoral y sinvergüenza hablando de principios y haciendo profesión de fe.

Responsabilidad. Por último, pero no menos importante, debe recordarse que a Berlusconi lo quisieron y eligieron los italianos por aplastante mayoría. Y para cinco añitos.

Últimas preguntas. ¿Qué tiene ver Dios con todo esto?

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